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Opinión

De regreso a la Edad Media

12 septiembre, 2021 20:07

Ha sido el aniversario del atentado que comenzó la transformación de la historia de occidente y el abandono de Afganistán, del modo y manera realizado, es el punto de inflexión de la definitiva transformación, 20 años después.

Tras el 11S, el Estado, herido, reacciona con fuerza contra la agresión y persigue, sin piedad, el alma de sus enemigos. En esos primeros momentos, la sangre de los ojos le impide comprender que Irak no era el problema, sino quien podía ser el instrumento con el que dar al traste con las intenciones del islamismo radical terrorista, que pretendía una nueva definición geopolítica; pero, no se vio, no se podía ver, no se quiso ver por el ansia de dar una lección internacional que, evidentemente, se consiguió, pero con unos daños colaterales y una resolución final que contradice los intereses iniciales.

Una Francia y Países Bajos con una potente base social islámica, que se ha ido introduciendo paulatinamente, fracturan la unidad Europea en torno a Estados Unidos y se inicia una campaña de desprestigio internacional bien maridada por la izquierda, por los Rusos y los Chinos, sin dejar de lado la nueva potencia indefinida territorialmente del Estado Islámico, el islamismo radical.

Con un Irak destruido y con el debido uso manipulado y malicioso, por parte de las redes internacionales, de la imagen de la guerra como un error, como algo no necesario, como una manipulación del Policía Internacional, se destruye la alianza capitaneada por USA, Inglaterra y España, que comienza por el giro de 180º de la política española contra su aliado, la posición complicada de USA e Inglaterra que refuerza la posición del Islamismo radical que utiliza las disputas ideológicas de la política para posicionar sus poderes religiosos como un nuevo agente internacional.

Comienza a perfilarse un panorama internacional con 5 actores diferentes: EE.UU, China, Rusia, Europa y el Islam, en el que, además, uno de ellos, Europa, se queda en un simple intento de Hiperestado para, finalmente, concluir en un magma burocrático que no llega más que a una unión mercantil.

En este panorama, Rusia y, sobre todo, China, se ve potenciada por su entrada en el mercado como monstruo apetecible a una Europa que se ciega por la pasta y que no comprende que el comprador se está vendiendo al vendedor a cambio de nada. Un EEUU que, en su alma capitalista, le pesa mucho el color de dinero y sus valores se tambalean en un Imperio de libertad, dinero, democracia y bienestar que se ve atacado por el comunismo renaciente, el islam profundo y un miedo irrefrenable a perder la economía.

Así las cosas, la cruzada que comenzó tras los atentados (11 Septiembre 2001) se vio puesta en cuestión por la manipulación de la guerra de Irak (marzo 2003) y por la cobarde reacción de una España golpeada por el 11-M (11 marzo 2004).

Entre tanto, en 2001 China accede a la Organización Internacional del Comercio y se dispara redefiniendo el mercado internacional y posicionándose como el Gran Magnate internacional, mientras Rusia se redefine nuevamente como un régimen más personal que ideológico, con una potencia militar indiscutible y poderosa que juega a todos los marcos que le puedan interesar.

En ese coctel, se incluye un líquido que nadie quiere evaluar, la resurrección del viejo Estado Feudal de la mano de una religión islámica que, en manos de los "Señores de la Guerra", la impondrán en el mundo poco a poco, muy despacio, en silencio, con crueldad y sanguinolencia calculada que, por una parte aterroriza al cerdo cebado europeo y, por otra, se asienta en sus casas dando pena, colocándose estratégicamente y, finalmente, asentando su cultura intransigente ante una empatía mal entendida y un modo falso de conexión solidaria que encubre el miedo, la cobardía y la vagancia e impide la defensa de lo propio.

La división ideológica de izquierdas (totalitarias comunistas), derechas (democráticas capitalistas) pareciese que se decanta por las primeras por la pérdida de valores de las segundas; pero, con la entrada del islamismo radical que las primeras usan, al final, poco a poco, pues ellos no tienen prisa, perderemos, como lo estamos haciendo ya, nuestras libertades, valores y derechos.... Todo es cuestión de tiempo.

El enfrentamiento no debe de ser violento o sangriento, sino de una defensa sólida, tranquila, potente, seria y sin dar un paso atrás, de los valores de la cultura judeo cristiana que ha desarrollado el principio de democracia, libertad, Estado de Derecho y bienestar.