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Todo por Carlota después de que su corazón dejara de latir demasiado pronto tras el ataque de la leucemia

10 junio, 2021 09:10

“Carlota era una niña muy especial, tranquila y muy alegre”, nos cuenta, en declaraciones a El Español Noticias de Castilla y León, Carolina Miguel García, madre de Carlota una pequeña de solo dos años que perdió la vida tras sufrir una leucemia apenas tres semanas después de que se le fuera detectada.

Carolina nació en Madrid y vive en Alcorcón pero su familia es de Pedrajas de San Esteban. Precisamente, la localidad vallisoletana decidió este año destinar la recaudación de su calendario erótico a la Fundación Aladina, con la que Carolina colabora por el legado de Carlota, para apoyar en la investigación contra el cáncer infantil.

“Se pusieron en contacto conmigo para preguntarme qué me parecía si este año el calendario se hacía para la Fundación Aladina y simplemente no pude más que darles las gracias, decirles que sí y ponerme a su disposición”, añade la madre de la pequeña, que se fue tristemente demasiado pronto de este mundo, emocionada.

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Pregunta. Su sueño era ser madre y se cumplió con Adrián y las mellizas, Carlota y Alejandra. ¿Cómo fue para usted tenerlos?


Respuesta. Dicen que la felicidad completa no existe pero yo sí que la conocí. La falta de sueño, las preocupaciones, el cansancio físico y mental que supone el tener tres hijos… todo se compensaba, me sentía la persona más feliz y afortunada del mundo.

P. Sin embargo, a los dos años a Carlota le diagnostican una Leucemia linfoblástica aguda. ¿Cómo recuerda el día en el que se lo comunican?


R. Ese día teníamos planificado hacer un viaje los cinco para celebrar el cumpleaños de mi marido. Carlota llevaba toda la semana con décimas e incluso una noche sangró por la nariz. Fuimos Urgencias y no le dieron más importancia pero ese viernes tenía más fiebre así que la llevé de nuevo al hospital. Allí vieron unos puntos rojos en Carlota y le hicieron una analítica. Tras quedarse una enfermera con ella, a mí me llamaron al despacho y me dijeron que le habían detectado signos tumorales y que había que llevarla al Hospital Niño de Jesús.

Sentía que la cabeza me iba a explotar en ese viaje en ambulancia con ella al hospital y a su llegada le empezaron a hacer pruebas. Nos confirmaron, el día del cumpleaños de su padre, que padecía leucemia. 

En ese momento tu mundo se desquebraja. No puedes dejar de llorar pero tienes que hacerlo porque no hay tiempo que perder. Carlota estaba en una habitación de hospital sin saber qué estaba pasando así que decidimos ser positivos, pensando en que lo íbamos a superar y en que había que tomar muchas decisiones en muy poco tiempo. El trabajo, los niños que estaban en casa, etc. Aparcamos la tristeza y tiramos de lucha y superación con el convencimiento de que nuestra hija se curaría.

P. ¿Cómo fue esa lucha?


R. Fue agotadora. Cada pinchazo, cada prueba que le hacían a Carlota era devastadora. Ver el sufrimiento en una niña tan pequeña. A medida que avanzaba su aislamiento desaparecía cada vez más su sonrisa, eso era lo más trágico pero no parábamos de luchar.

Entre semana me quedaba en el hospital y los viernes volvía a casa porque mis otros hijos también me necesitaban. El sábado y el domingo les llevaba a ver a su hermana, junto con mis padres. Solo podían ver a Carlota a través de los cristales, un ratito y siempre con mascarilla.

A Carlota se le iluminaba la cara al ver a sus hermanos pero no conseguíamos que esa sonrisa tan increíble en ella volviese. Creo que en el fondo ella sabía mucho más. Los domingos volvía al hospital para pasar la semana con ella y empezar de nuevo.

Quiero aprovechar esta oportunidad para dar las gracias nuevamente al equipo oncológico: enfermeras y voluntarios del Hospital Niño Jesús. Nunca tuvimos ninguna duda de que hicieron todo y más por conseguir curar a nuestra hija, en especial a la doctora de urgencias de la UCI, que durante 6 horas (las más terribles y oscuras de nuestra vida) no dejó ni un solo instante de intentar por todos los medios  que Carlota no se fuera.

P. El 7 de febrero de 2017, finalmente, Carlota pierde la vida. ¿Cuánto tiempo de lucha fue para ella y para la familia?


R. Lamentablemente muy poco. Su diagnóstico fue el 16 de enero, por lo que fueron tres semanas. Cuando estábamos preparados para luchar y nos sentíamos con fuerza y optimismo, no pudo superarlo.

P. El año siguiente fue muy duro para usted. Acudió a una terapia de duelo de grupo impartida por una psiconcóloga de la Fundación Aladina. ¿Cómo lo recuerda?


Lo recuerdo como una tabla de salvación 


R. Lo recuerdo como una tabla de salvación. Esas terapias son necesarias pero también muy duras. Recuerdo que llegaba a casa más destrozada de cómo iba porque no solo hablas de tu historia y la tragedia de tu hija, sino que escuchas las de otras familias y eso era algo devastador. El poder hablar el mismo idioma, el expresar con palabras lo que se te pasa por la cabeza y saber que son las mismas cosas que a otras personas aliviaba la presión de nuestras almas. Nos facilitan herramientas para poder gestionar situaciones, pensamientos… y arañar parte de nuestra oscuridad para dejar entrar algo de luz.

P. Ahí comienza a ver las cosas de otra manera y a entender la herencia que le deja Carlota…


R. No hay nada positivo ante una pérdida pero aprendes a vivir de otra manera sin ella. Aprendes a empezar a comprender, a poder conectar con ella, a poder verla y hablar con ella de otra forma. Ahí es cuando comprendo que sus ganas de luchar, su fuerza y su valentía me las había dejado en herencia. Era su legado y tenía que hacer algo por honrar su memoria y poder ayudar a otros niños y niñas que siguen luchando por ganar la batalla al cáncer. Es mi manera de tener momentos con ella, igual que los tengo con Adrián y Alejandra en su día a día en el colegio, con las actividades extraescolares y demás. Ese tiempo invertido en ayudar me permite estar, de alguna manera, conectada a ella.

P. A partir de ahí comienza a organizar eventos para recaudar dinero para la Fundación y para esos niños con cáncer que siguen luchando para vencer “al bicho”.


R. Empiezo a hablar con el colegio de mis hijos, con el club de fútbol donde juegan, y con quién quiera escucharme para hacer algo con el fin de recaudar dinero para Aladina. Su labor es increíble. Hacen mucho por los niños y adolescentes con cáncer, pero también por las familias.

P. También para honrar el recuerdo de Carlota…  


R. Ella ya no tiene la oportunidad de ser o de hacer algo en vida. Es una forma de que de alguna manera también pueda dejar su huella.

P. Entre ellos, el calendario Erótico de Pedrajas. ¿Cómo surge la idea y cuánto se ha recaudado al final?


R. Los organizadores del calendario ya hicieron dos ediciones para dos asociaciones diferentes. Mi familia es de Pedrajas de San Esteban por lo que prácticamente todos allí conocen mi historia. Se pusieron en contacto conmigo para preguntarme qué me parecía si este año se hacía para la Fundación Aladina y simplemente no pude más que darles las gracias, decirles que sí y ponerme a su disposición. Creo que el resultado ha sido un calendario muy cuidado, ya que la causa a la que iba lo requería, con unas fotos preciosas y un pueblo volcado por los niños con cáncer. La recaudación ha ascendido a 20.000 €.

P. ¿Cómo era Carlota?


Carlota era una niña muy especial, tranquila, y muy alegre


R. Carlota era una niña muy especial, tranquila, y muy alegre. Siempre andaba canturreando, siempre feliz, nunca se quejaba de nada. Te miraba con sus enormes ojos y te derretías ante ella. Empezó a hablar muy pronto, creo que tenía muchas cosas que decir. Su primera palabra no fue mama o papa, fue tata por su hermana, tenía un corazón bondadoso y un inmenso amor que dar.

P. La relación que tenía con sus hermanos era espectacular…


R. Algo increíble. De Alejandra no se separaba, a su manera la protegía y cuidaba. Con Adrián la relación era de complicidad. Carlota era la suma de ellos dos y ahora ellos tienen mucho de Carlota. Creo que también les ha dejado un legado, no hay un solo día que no hablen de ella y aunque la echan mucho de menos, ellos tienen la gran capacidad de hablar de su hermana con una enorme sonrisa.

P. ¿Cómo mira la madre de Carlota al futuro tras un palo duro como este?


R.La verdad es que no miro el mío porque he perdido la capacidad de soñar. Solo miro el futuro de mis hijos. Quiero que sean felices, que siempre tengan presente a su hermana, que tengan una niñez lo más parecida al resto de los pequeños y que no tengan que volver a vivir esta pesadilla. Vivo en estado de pánico cada vez que les ocurre lo que a cualquier niño: caídas, catarros, desengaños… Cuando sufres una pérdida de tal magnitud parte de ti y de lo que fuiste o eres se pierde también, vives en una continua montaña rusa de emociones