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Miriam Bueno: “Queremos disponer de 20 gigavatios de almacenamiento energético para 2030 y de 30 para 2050”

6 junio, 2021 11:48

D. Álvarez / ICAL

La vinculación de Miriam Bueno con las energías renovables se remonta al menos hasta su etapa de estudiante universitaria. Tras obtener su título como ingeniera industrial, la actual subdirectora general de Prospectiva, Estrategia y Normativa en Materia de Energía del Gobierno se doctoró en ingeniería eléctrica, centrándose en la integración de las renovables en el sistema energético. Desde su cargo en el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, ha estado implicada en la elaboración del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec), que prevé las políticas y medidas a abordar hasta 2030 para alcanzar la neutralidad climática en 2050. Además, es la encargada de coordinar el desarrollo de la Estrategia de Almacenamiento Energético, una de las claves del nuevo modelo.

¿Es cierta la percepción generalizada de que las energías renovables vuelven a atravesar un ‘boom’?

El Pniec determina las necesidades de renovables para cumplir con los objetivos climáticos de descarbonización y de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2030. Para llegar a eso se calcula que se necesitan unos nuevos 60 gigavatios de energías renovables. Lo que se está haciendo desde el Gobierno son distintas regulaciones para que ese proceso de inversión sea un proceso ordenado en cuanto a su implantación. El Real Decreto 23/2020 regula los permisos de acceso y conexión para establecer los proyectos que son más maduros y tienen más capacidad de implementarse en el territorio. También se ha hecho un calendario de subastas de renovables para hacer frente a las necesidades año por año hasta 2025.

¿Cómo se responde a las suspicacias que levanta esa implantación de nuevas energías renovables renovables en territorios con una especial sensibilidad ambiental?

La normativa comunitaria que tenemos ahora mismo es garantista y segura. En España todos los proyectos deben cumplir con los trámites ambientales. Una apuesta del Gobierno es la estrategia de autoconsumo, que permite utilizar los terrenos ya utilizados por el hombre para implantar renovables en tejados o industrias y otros lugares que no tengan afectación ambiental.

En febrero de este año, el Consejo de Ministros aprobó la Estrategia de Almacenamiento Energético. ¿Cuales son sus principales rasgos? 

Si queremos alcanzar esos porcentajes de renovables importantes para el año 2030, es necesario disponer de sistemas de almacenamiento energético que aporten flexibilidad. Dentro de esa estrategia, tenemos que conocer bien las necesidades del sector, que abordamos en diez líneas de acción relacionadas con la regulación, los nuevos modelos de negocio o el papel que deben jugar la ciudadanía y las zonas de transición justa.

¿Cuáles son los desafíos más importantes para la puesta en marcha de esta estrategia?

Nuestro primer reto es la parte de la regulación. Necesitamos que los sistemas de almacenamiento sean competitivos. Son tecnologías que a día de hoy son inmaduras, están en su curva de aprendizaje y tienen unos costes muy altos. Es necesario que esos costes disminuyan para poder integrarnos en el mercado.

¿Cuáles son las tecnologías más utilizadas actualmente para almacenar energía? 

Cuando hablamos de almacenamiento todo el mundo piensa en las baterías pero tenemos también almacenamiento térmico para descarbonizar los procesos industriales. Ahora mismo las tecnologías que están implantadas de manera más masiva son las centrales de bombeo hidráulico, que cogen agua de un emplazamiento, lo elevan y cuando es necesario, vuelven a producir energía. Necesitamos avanzar en el ámbito de la investigación, el desarrollo y la innovación de otras tecnologías como el hidrógeno renovable, los sistemas térmicos o los sistemas de segunda vida de batería.

¿Qué oportunidades ofrecen estas tecnologías de almacenamiento para las zonas más afectadas por la transición energética? 

A través de la Estrategia de Transición Justa se va a hacer una nueva capacitación de todas las personas que han estado trabajando anteriormente en centrales de combustibles fósiles para que puedan pasar a ser instaladores de sistemas de autoconsumo. Estos sistemas, que van acompañados del uso de baterías, suponen un almacenamiento energético distribuido por el territorio. Además, en esta zona existe un potencial renovable claro. Estas energías renovables podrían hibridarse con almacenamiento energético para hacerlas más flexibles y reducir los vertidos que se producen cuando existe mucha producción y parte de la energía se pierde.

¿Qué papel puede jugar la Fundación Ciudad de la Energía en el desarrollo de las diversas acciones?

La estrategia de almacenamiento energético reconoce el papel de Ciuden como promotor del desarrollo, la investigación y la innovación, con un efecto tractor directo sobre esta zona, pero también en todo el país. Su experiencia en la formación y capacitación, en colaboración con centros de enseñanza reglada, supone otra oportunidad.

¿Con que mecanismos está previsto financiar la puesta en marcha de todas estas acciones?

La componente número ocho del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia habla precisamente del almacenamiento, la flexibilidad del sistema energético y los nuevos modelos de negocio. El plan del Gobierno asigna 1.365 millones de euros para este tipo de acciones.

Además del sistema eléctrico, ¿estas tecnologías pueden extenderse a otros ámbitos como el transporte o la industria?

La parte de almacenamiento energético térmico en el sector industrial es fundamental. Hemos desarrollado una hoja de ruta para el hidrógeno renovable, que tendrá un papel importante como combustible para todos esos sectores que son difíciles de descarbonizar debido a que necesitan de altas temperaturas, como la metalurgia o la producción de cemento. 

El Gobierno se marca el reto de alcanzar la neutralidad climática antes de 2050. ¿Qué objetivos temporales se marca el Ejecutivo a la hora de aplicar esta estrategia? 

Lo que hemos previsto en el Pniec para el año 2030 es añadir seis gigavatios adicionales de almacenamiento. Una parte sería almacenamiento diario, más rápido de usar, como por ejemplo las baterías, y otra parte sería almacenamiento de tipo más estacional, como el bombeo. Esa capacidad sería la necesaria para integrar unas renovables en el sistema eléctrico que equivalgan a un 74 por ciento de la producción. Con eso, garantizamos que habrá seguridad en el suministro, sin interrupciones en ningún momento.

En la estrategia de almacenamiento la visión es más amplia. Además de tener en cuenta el almacenamiento para el sistema eléctrico, también se incluye el de las centrales termoeléctricas y el almacenamiento distribuido en autoconsumo. Queremos disponer de 20 gigavatios de almacenamiento energético para 2030 y de 30 gigavatios para 2050.

Las tecnologías de almacenamiento abren la puerta al desarrollo de nuevos modelos de negocio como los agregadores independientes o las comunidades de energías renovables. ¿Cómo funcionan estos modelos?

Los ciudadanos deben tener un papel en la transición energética, es muy importante que se sientan parte de ella. Estas son dos de las figuras que plantea el paquete de energía limpia de la Unión Europea. En nuestro país, hay algunas experiencias concretas de comunidades con propiedad colectiva de plantas de generación renovable, en una fórmula cooperativa. Es un modelo especialmente implantado en Alemania, Dinamarca y otros países del norte. La gestión comunada de la energía también se puede hacer a través de los agregadores independientes, que son figuras que negocian de manera colectiva para permitir que el particular participe en el sistema energético vendiendo sus excedentes.