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Después de las tormentas llega la ruina: la Ribera del Duero devastada por el pedrisco

3 junio, 2021 09:54

No se recuerdan unas tormentas de pedriscos tan devastadoras como las de los últimos días en la Ribera del Duero. Una verdadera ruina para aquellos viticultores con el 100% de las parcelas dañadas y un año por delante muy complicado para quienes el granizo ha arrasado parte de sus viñedos, principalmente en la provincia de Valladolid y Burgos.

Las dos demoledoras tormentas que se juntaron el pasado domingo han acabado con aproximadamente 4.000 hectáreas de cultivo, que suponen un año económico perdido para muchas bodegas, pero además con el añadido de tener que seguir gastando para continuar con la poda en verde y los tratamientos correspondientes. Los vecinos de las localidades más afectadas de la provincia de Valladolid como Pesquera de Duero, Padilla de Duero, Piñel de Abajo, Piñel de Arriba o Quintanilla, en plena milla de oro del vino, no habían visto nada igual. Viñas arrasadas, sin ningún brote verde, destrozadas por las tormentas en un momento clave previo a la floración en el que se jugaban la vendimia de 2021.

Así nos lo narra Diego Repiso, enólogo de Bodegas Cantamora en Pesquera de Duero (Valladolid), que ha sufrido los daños de estas tormentas en cerca de 20 de las 50 hectáreas de su viñedo. Aún así, se considera de los afortunados por tenerlo “bastante sano” y con el propósito en adelante de buscar madera limpia para el año que viene. Ello supone intentar podar las cepas dañadas para que la planta vuelva a rebrotar y que en invierno haya una poda que garantice la cosecha de 2022. Y es que las heridas causadas en la cepa a raíz del granizo son focos de entrada de hongos patógenos que agravarían el daño.

Precisamente en Pesquera, el pedrisco ha perjudicado gravemente a las viñas en la zona de la vega, mientras que se han salvado aquellas que se ubican en el monte, alcanzando un radio de afectación de seis kilómetros de ancho y cuatro de largo, causando “mucha avería”, insiste Diego Repiso. Pese a que su bodega familiar cuenta con una pequeña producción de 50.000 botellas al año, el perjuicio económico que supondrá este contratiempo es significativo: alrededor de 100.000 euros, ya que se pierden los cerca de 5.000 euros netos de beneficios de sus 20 hectáreas arrasadas. 

Afortunadamente esta bodega dispone de seguro agrícola, pero “no te arregla el año”, asegura Repiso. “El seguro ayuda para poder aguantar el siguiente año, pero no te da beneficios”. En su caso, el seguro tiene un coste de cerca de 350 euros/hectárea, pero gracias a él conseguirán “no hacer un cero en el año y poder tirar”.

“Sé de familias que lo van a pasar muy mal este año sin recoger absolutamente nada”, lamenta el enólogo. Paradójicamente, los viticultores se quedan sin su medio de vida, sin la cosecha, pero se ven obligados a mantener el gasto en tratamientos fitosanitarios para asegurar la sanidad de la planta, ayudar a cicatrizar las heridas y favorecer el rebrote de la planta. Se trata de una inversión de cara al próximo año, sabiendo que en este no habrá producción.

Además, un pedrisco de estas características en una zona puntual ni siquiera se traduce en un aumento del precio de la uva como sí ocurre con una helada general, donde la producción baja y el coste sube. Este fatal episodio afectará asimismo a otros sectores como el comercio local de la zona dentro de esta economía circular de la Ribera del Duero tan vinculada al vino.

Sin embargo, la única esperanza para los viticultores en estos momentos es que se consiga la declaración de ‘zona catastrófica’ por parte del Gobierno para poder recibir en un futuro ayudas directas y rebajas fiscales que palien esta lamentable situación.

Diego Repiso insiste en la necesidad de que los alcaldes de las zonas afectadas se unan para reclamar a las administraciones correspondientes la declaración de zona catastrófica y que los políticos demuestren que “están con la gente y con sus problemas”, subraya. “Que hagan lo que tengan que hacer para luchar por mantener la forma de vida de la gente y no solo para hacerse la foto en el periódico”, reivindica este enólogo para dar apoyo a una de las zonas más nobles del sector vitivinícola español tras un episodio climatológico para olvidar.