Nicanor Fernández Esteban nació hace 55 años en Zamora y tiene a gala ser el Barandales oficial de la Junta Pro Semana Santa, es decir, la persona encargada de anunciar el paso de la procesión, caminando al tiempo que hacer sonar sin descanso dos esquilones, que el común de los mortales llamaría ‘campanas’, aunque los expertos aseguran que todo tiene sus matices, ya que las esquilas originales podrían acercarse más al cencerro que a la campana tradicional.

En cualquier caso, el Barandales toca sin cesar y ello exige una preparación adecuada, ya que mover miles de veces las muñecas para sacar el sonido de dos esquilones de dos kilos cada uno, aunque los hay hasta de siete, no es cosa de broma para personas sin entrenamiento.

Sale en las procesiones de Luz y Vida, La Borriquita, Vera Cruz, Nuestra Madre de las Angustias y un año sustituyó a un barandales que cayó enfermo para no dejar sin el repiqueteo la procesión de Jesús en su Tercera Caída.

P. ¿Cuál es su función en la Semana Santa y cómo se prepara internamente para hacerla? 

Soy el avisador de que la procesión va a comenzar a pasar. Llevo saliendo quince años.

P. Después de dos años sin celebraciones públicas de la Semana Santa, ¿Cómo se siente? ¿Qué supone no salir?

Después de dos años sin procesiones me siento un poco triste. La nostalgia de poder salir a la calle, saludar a la familia y a los amigos. No salir supone mucho. Piensas en que vas a ir y te quedas en casa. No hay palabras para eso.

P. El coronavirus ha cambiado muchas cosas en la vida y en la manera de pensar. ¿Qué le ha cambiado a usted para siempre?

La tristeza que te queda por no poder salir a la calle como quieres. La mascarilla te cambia mucho y también ha sido un cambio radical en la vida cotidiana.

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