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Opinión

Mientras España resista

25 octubre, 2020 18:36

En política, como en toda relación humana, para que se desarrolle algún tipo de acción es precisa una empatía, una imprescindible sensación de confianza en la que fundar el trabajo, la relación, el proyecto o el modo de obtener el objetivo común.

La confianza es la creencia en que una persona, o grupo, será capaz y deseará actuar de manera adecuada en una determinada situación y pensamientos; en definitiva, es un valor que resulta muy difícil de conseguir y muy fácil de fracturar, pues la confianza, en sí misma, es frágil, es un bien muy preciado, puedes confiar en que una persona o grupo te están diciendo la verdad y cumplirán sus promesas, empero cuando observas o detectas la mentira y el incumplimiento, se pierde la confianza.

En la política española hubo un tiempo en que la mentira se penalizaba, hasta que el PSOE prometió 800.000 puestos de trabajo y comenzó a ser la forma habitual de trabajar, manteniéndose el encandilamiento por la falta de otro actor que lo disputase. En el tiempo de gobierno, modernizó España, realizó grandes cambios dirigidos y pagados por Europa, destruyó gran parte de los controles democráticos de la constitución y se manchó las manos con la financiación ilegal (Filesa, etc.) y de sangre con la organización, financiación y asesinatos del GAL.

Con el tiempo, Aznar comprendió que con AP no llegaría nunca a gobernar consecuencia de la fragmentación del voto del centro derecha e implosionó AP para, en unión del resto de actores, capitaneado por él, crear lo que fue el PP, con el que obtuvo una amplia mayoría para gobernar.           En ese tiempo, reactivó una economía moribunda, generó el período de más empleo de la democracia, no cambió ni regeneró la política como se había comprometido, llevó a España a los primeros lugares del mundo y la convirtió en una de las primeras potencias del mundo y, nuevamente, se manchó las manos con la financiación ilegal, no con sangre en esta ocasión.

Nuestros políticos se han acostumbrado a mentir, a acudir a los envites electorales sólo a gustar al electorado, pero no a generar la empatía, la atracción o el “enamoramiento” preciso para creer en ellos.

Con esa premisa de cumplir la palabra dada, no robar, no matar, regenerar la política, surgió el movimiento 15M, que fue monopolizado por PODEMOS que, al poco de tocar pelo, ya incumplía esas premisas y mentía, robaba, etc y abiertamente, sin complejos ni ocultaciones, se calificaban de DICTADORES DEL PROLETARIADO (COMUNISTAS).             

Del otro lado surgió VOX que, igualmente, decía cumplir la palabra, no robar y querer regenerar la política con la defensa de España, la unidad de la nación y la libertad, pero no habían tocado pelo y se convertían en crispadores profesionales, traidores a los suyos y jugadores a lo mismo que criticaban.

Hoy tenemos un gobierno que oculta la epidemia, los muertos y se dedica a acallar las voces críticas, jugar y hacer jugar con los fallecidos, no hacer nada, no tomar medidas que le quiten de las manos el poder y organicen la lucha contra el virus, no organiza ni provee la desescalada ni los posibles rebrotes, no adopta medidas jurídicas que eviten estados de alarma, ni sanitarias que permitan conocer los niveles de infestación, la toma de decisiones y la generación de protocolos anticovid19, económicas que sirvan de contención de la pérdida de empresas, apoyando a las pymes con la suspensión de impuestos, con planes coherentes, perfectamente conocidos por todos y que permitan la actividad, por más que esta sea con controles sanitarios férreos; pero, no, eso ni lo hace el gobierno, ni lo hacen las comunidades, ni lo hace la oposición ofertando medidas, presentando planes de acción, ni lo hacen las organizaciones sociales implicadas.

Mientras este “sin Dios” se produce, unos se dedican a leyes de memoria desmemoriada democrática y oligofrénica del pasado, intentar destruir el poder judicial, ampliar el aborto y la eutanasia, pero qué más eutanasia o aborto quieren si ya nos están matando. Pero, los otros, se dedican a mociones de censura que lo único que demuestran son sus diferencias, la ruptura del centro derecha y la falta de alternativas, pues no presentan nada de nada.

Ahora más que nunca, es precisa la implosión de los partidos de la derecha para, de esas cenizas autogeneradas y potentes, construir uno nuevo, que reilusione a los ciudadanos, que cumpla con la palabra dada, que refuerce el sentimiento de compromiso, de servicio público, de temporalidad en la política, de libertad, de reconstrucción de la España plural y descentralizada administrativamente, pero fuerte en la unidad, que permita la sólida defensa de España, presente alternativas y busque salir adelante con una nación que siempre lo ha hecho y es capaz de ello.

Como no puede ser de otro modo, yo propongo que ese partido aglutinador del resto sea DEMOCRACIA Y LIBERTAD POPULAR, pero también comprendo que eso se debe de decidir por los motores de la  sociedad civil, la asunción por parte de todos de la necesidad de unificar y la grandeza de todos los que concurran a ello; pero, si no se hace algo así, tendremos social comunismo 20 años, pues si con Felipe estuvimos 14 años, con estos desagarramantas estaremos  mientras España resista y alguien le interese.