Castilla y León

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Sucesos

El autor del tiroteo mortal en un bar de Castrillo da el "sí" definitivo a casi 30 años de cárcel

30 septiembre, 2020 11:03

Un primer "sí" para reconocerse autor de los hechos y un segundo adverbio de afirmación para asumir las penas a ellos aparejadas, en una breve vista de no más de quince minutos, ha servido para cerrar judicialmente el tiroteo mortal registrado en agosto de 2018 en un bar de Castrillo-Tejeriego (Valladolid), por el que Manuel M.B. ha sido condenado, en sentencia ya firme desde hoy, a casi 30 años de cárcel.

Mientras que lo ocurrido aquella fatídica noche ya no tiene más recorrido judicial, la sentencia de conformidad rubricada hoy entre las partes ha servido para evitar la celebración del juicio con jurado popular que hasta el día 6 de octubre se iba a desarrollar en la Audiencia de Valladolid, un proceso que sobre todo la familia de la víctima mortal de los disparos deseaba esquivar para no ver incrementado aún más el dolor por la pérdida de Félix C.M, de 46 años y padre de dos hijos de 11 y 12 años.

El autor confeso de los disparos, conforme al pacto alcanzado el martes, se ha limitado a asentir con dos síes a las únicas preguntas que el magistrado presidente de la sala le ha formulado para saber únicamente si estaba conforme con el relato de hechos realizado por la letrada de la Administración de Justicia y las consiguiente penas que habrá de cumplir, en total 29 años y nueve meses de prisión, frente a los 41 años y nueve meses a los que se exponía inicialmente.

Y es que se ha reconocido autor de un delito de asesinato, así como de otro de tentativa de asesinato, dos de lesiones y uno de amenazas, a razón de 17 años y seis meses de cárcel por el primero, siete años y nueve meses por el segundo, dos años por cada uno de los siguientes y seis meses de privación de libertad por el último, con la atenuante analógica de toxicomanía y la agravante de alevosía.

La condena incluye las correspondientes prohibiciones de comunicación y de aproximarse a familiares del fallecido, lo que le impide acercarse a Castrillo-Tejeriego y Valladolid por espacio de 27 años y medio, así como de hacer lo propio con el dueño del bar al que intentó asesinar, en este caso durante 17 años y nueve meses. Con respecto a los otros dos heridos, no podrá acercarse a ellos por espacio de siete años.

En concepto de responsabilidad civil, el condenado habrá de indemnizar a la viuda del fallecido con 75.000 euros y a cada uno de sus dos hijos con 100.000. Además, al dueño del bar, Jesús C, tendrá que indemnizarle con una cantidad a determinar en ejecución de sentencia--aún sigue en proceso de recuperación--y a los otros dos lesionados, Damián A. y Normando José D, con cantidades de 8.500 y más de 32.000 euros, respectivamente, por las lesiones y secuelas.

En el apartado de indemnizaciones también se incluyen pagos al Sacyl por importe de casi 10.000 euros por la asistencia dispensada a los lesionados.

Los hechos se produjeron la noche del 19 de agosto de 2018 en el bar 'Mirabel' de Castrillo-Tejeriego, establecimiento donde el condenado, vecino de Valladolid y quien pasaba unos días en casa de sus padres en dicha localidad, la emprendió a tiros con la clientela por motivos que la acusación pública no acaba de concretar en su escrito de calificación.

Esa noche, sobre las 00.00 horas, el asesino, a quien se reconoce una atenuación leve del control de su voluntad fruto de un historial de consumo repetido de alcohol y cocaína, se presentó en el bar acompañado de un amigo y coincidió allí, unas dos horas más tarde, con un grupo de unas nueve o diez personas entre las que, a la postre, se hallaban sus víctimas.

A lo largo de la noche los clientes fueron abandonando el local, donde el asesino permaneció en la barra tomando alcohol y consumiendo, al menos en dos ocasiones, cocaína, hasta que en un momento dado y sin razón aparente Manuel M.B. salió de forma precipitada, se subió a su coche y regresó a casa de sus padres, donde al grito de "¡lo mato, lo mato!", cogió una de las cuatro escopetas para las que tenía licencia y regresó al escenario donde minutos después se desató la tragedia.

Fue al entrar en el local cuando levantó la escopeta en el umbral de la puerta y sin decir palabra alguna, a metro y medio de distancia de su primera víctima, descerrajó dos disparos que impactaron de lleno en Félix C.M, que murió en el acto fruto de los perdigones que le alcanzaron al abdomen y la cabeza. Tenía 46 años.

Otros dos de los clientes del bar, Damián A. y Normando José D, resultaron heridos como consecuencia de la dispersión de los perdigones de los cartuchos que segundos antes habían segado la vida de su amigo.


UNA SÚPLICA Y UN EJERCICIO DE REFLEJOS
Acto seguido, el condenado se giró a la derecha y apuntó a un tercero, Rubén V, quien milagrosamente salvó su vida al suplicar que no le matara.

El portador de la escopeta eligió entonces otra pieza, esta vez el propietario del bar, Jesús C, quien se encontraba tras la barra y que, de forma instintiva y en un ejercicio de reflejos, se arrojó al suelo y consiguió evitar el impacto de lleno de un nuevo disparo que, sin embargo, sí le alcanzó en el hombro izquierdo.

Tras el tiroteo, se subió a su coche y se desplazó hasta Valladolid, en cuyo trayecto se deshizo del teléfono móvil y del arma del crimen, que no ha sido hallada, y una vez en la capital se detuvo para retirar dinero de un cajero automático y se presentó en una casa de citas en la calle Luna donde, pese a lo que había ocurrido en el pueblo de sus padres, mantuvo relaciones sexuales y consumió más bebidas alcohólicas y cocaína.

La detención se produjo sobre las 10.00 horas de ese mismo día cuando el procesado se encontraba en la calle Arca Real, en las inmediaciones de su domicilio, momento en el que la policía le ocupó un envoltorio con 0,39 gramos de cocaína y un tubo de plástico con otros 0,05 gramos de la misma sustancia.