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El juicio contra el acusado del tiroteo mortal en un bar de Castrillo-Tejeriego arranca este miércoles

26 septiembre, 2020 12:35

La Audiencia de Valladolid inicia este próximo miércoles, 30 de septiembre, el juicio con jurado popular por el tiroteo mortal registrado en agosto de 2018 en un bar de Castrillo-Tejeriego, donde el autor, armado con una escopeta, acabó con la vida de un cliente y dejó malheridos a otros tres, para acto seguido desplazarse hasta un club de la capital donde consumió 'coca' y alcohol y mantuvo relaciones sexuales.

El proceso judicial, que dará comienzo ese día con la selección del jurado popular y la toma de declaración al encausado y proseguirá hasta el día 6 de octubre, en principio, decidirá la suerte de Manuel M.B, vecino de Valladolid a quien el Ministerio Fiscal solicita una pena global de cuarenta y un años y tres meses de cárcel por un delito de asesinato, otro de asesinato intentado, dos de lesiones y uno de amenazas, con la atenuante analógica por consumo de drogas y la agravante de alevosía, según informaron a Europa Press fuentes jurídicas.

Junto a la citada pena privativa de libertad, a razón de diecinueve años por el primer delito, once por el segundo, cinco por cada uno de los de lesiones y un año y tres meses por el de amenazas, la acusación pública solicita la prohibición del acusado de acercarse a Castrillo y los domicilios de las víctimas y sus familiares y el pago de indemnizaciones que globalmente superan los 320.000 euros, de ellos 275.000 para la viuda de la víctima mortal y sus dos hijos, de 11 y 12 años.

Por su parte, la acusación particular que representa a la viuda y dos hijos de la víctima mortal solicita 25 años por asesinato, mientras que la segunda, en representación de los tres lesionados, pide 14 años por la tentiva de asesinato y cinco por cada uno de los dos de lesiones.

En el juicio se reconstruirán unos hechos ocurridos la noche del 19 de agosto de 2018 en el bar 'Mirabel' de Castrillo-Tejeriego, establecimiento donde el acusado, vecino de Valladolid y quien pasaba unos días en casa de sus padres en dicha localidad, la emprendió a tiros con la clientela por motivos que la acusación pública no acaba de concretar en su escrito de calificación.

Esa noche, sobre las 00.00 horas, el presunto asesino, a quien el fiscal reconoce una atenuación leve del control de su voluntad fruto de un historial de consumo repetido de alcohol y cocaína, se presentó en el bar acompañado de un amigo y coincidió allí, unas dos horas más tarde, con un grupo de unas nueve o diez personas entre las que, a la postre, se hallaban sus víctimas.

A lo largo de la noche los clientes fueron abandonando el local, donde el acusado permaneció en la barra tomando alcohol y consumiendo, al menos en dos ocasiones, cocaína, hasta que en un momento dado y sin razón aparente Manuel M.B. salió de forma precipitada, se subió a su coche y regresó a casa de sus padres, donde al grito de "¡lo mato, lo mato!", cogió una de las cuatro escopetas para las que tenía licencia y regresó al escenario donde minutos después se desató la tragedia.

Fue al entrar en el local cuando el acusado, según sostiene la acusación, levantó la escopeta en el umbral de la puerta y sin decir palabra alguna, a metro y medio de distancia de su primera víctima, descerrajó dos disparos que impactaron de lleno en Félix C.M, que murió en el acto fruto de los perdigones que le alcanzaron al abdomen y la cabeza. Tenía 46 años.

Otros dos de los clientes del bar, Damián A. y Normando José D, resultaron heridos como consecuencia de la dispersión de los perdigones de los cartuchos que segundos antes habían segado la vida de su amigo.

Una súplica y un ejercicio de reflejos 

Acto seguido, el encausado se giró a la derecha y apuntó a un tercero, Rubén V, quien milagrosamente salvó su vida al suplicar que no le matara.

El portador de la escopeta eligió entonces otra pieza, esta vez el propietario del bar, Jesús C, quien se encontraba tras la barra y que, de forma instintiva y en un ejercicio de reflejos, se arrojó al suelo y consiguió evitar el impacto de lleno de un nuevo disparo que, sin embargo, sí le alcanzó en el hombro izquierdo.

Tras el tiroteo, el acusado se subió a su coche y se desplazó hasta Valladolid, en cuyo trayecto se deshizo del teléfono móvil y del arma del crimen, que no ha sido hallada, y una vez en la capital se detuvo para retirar dinero de un cajero automático y se presentó en una casa de citas en la calle Luna donde, pese a lo que había ocurrido en el pueblo de sus padres, mantuvo relaciones sexuales y consumió más bebidas alcohólicas y cocaína.

La detención se produjo sobre las 10.00 horas de ese mismo día cuando el procesado se encontraba en la calle Arca Real, en las inmediaciones de su domicilio, momento en el que la policía le ocupó un envoltorio con 0,39 gramos de cocaína y un tubo de plástico con otros 0,05 gramos de la misma sustancia.