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Estados Unidos conmemora el fin de la esclavitud con la mayor tensión racial de las últimas décadas

19 junio, 2020 13:55

Estados Unidos conmemora este viernes, 19 de junio, la festividad del 'Juneteenth', el aniversario del final de la esclavitud en el estado de Texas, en medio de episodios de tal tensión racial que el presidente del país, Donald Trump, ha tenido que retrasar al sábado su esperada reaparición pública ante sus simpatizantes en la ciudad de Tulsa (Oklahoma), prevista inicialmente para hoy, para no herir sensibilidades al comparecer en un día tan señalado en el escenario de una de las mayores masacres contra la población de raza negra de la historia del país.

El 'Juneteenth' conmemora el día en que la declaración de emancipación firmada por el presidente Abraham Lincoln en 1863 se hizo efectiva en Texas, el último de los estados en proclamar la decisión, dos años después del decreto. Un total aproximado de 250.000 esclavos de raza negra fueron liberados 'de facto' en ese estado el 19 de julio de 1865.

Para buena parte de la población de raza negra del país, el 'Juneteenth' representa una festividad --que sin embargo no tiene carácter federal, sino que queda en manos de los estados y las compañías-- mucho más sentida que el Día de la Independencia, por las asociaciones negativas que esta última conlleva como prolegómeno del periodo de la esclavitud en Estados Unidos.

Sin embargo, la celebración de este año ocurre en medio de tintes trágicos, tras casi un mes de marchas por todo el país contra la muerte el pasado 25 de mayo del ciudadano de raza negra George Floyd durante una detención policial en Mineápolis y por la que uno de los agentes de Policía implicados, Derek Chauvin, ha sido acusado de asesinato.

Según el atestado de la Fiscalía de Minesota, Chauvin asfixió a Floyd tras aplastar su cuello con su rodilla durante casi nueve minutos ante la pasividad de sus compañeros de las fuerzas de seguridad y las súplicas del detenido.

La muerte de Floyd lanzó a la población de todo el país a la calle y ha culminado en una petición formal de la bancada del Partido Demócrata en el Congreso para redestinar parte de los fondos que recibe la Policía del país a iniciativas sociales y de salud pública. El Senado republicano ha respondido con una reforma mucho más limitada que prohíbe terminantemente a la Policía que estrangule a un detenido a no ser que el agente en cuestión tema por su vida, una discrecionalidad que ha sido objeto de críticas por parte de la oposición por sus poco definidas limitaciones.

POR UNA FIESTA NACIONAL
Este momento extraordinario ha impulsado un movimiento para conseguir que el Gobierno estadounidense convierta el 'Juneteenth' en una fiesta nacional. Aunque son 46 los estados norteamericanos que reconocen el 19 de junio como un día de asueto, solo Texas lo reconoce como oficial y la iniciativa nacional se antoja muy difícil: el Gobierno estadounidense tardó casi 30 años en adoptar el Día de Martin Luther King, la conmemoración oficial del asesinato del mayor activista por los derechos civiles de la historia del país.

"Pero sí que es verdad que estamos más concienciados que nunca sobre el racismo en este país", ha explicado el presidente de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP, por sus siglas en inglés), Derrick Johnson. "Hay un reconocimiento por parte de las empresas estadounidenses de que existe un racismo estructural que han ignorado durante décadas, y la comunidad afroamericana se ha dado cuenta de ello", ha explicado en declaraciones recogidas por el portal 'Fast Company'.

No obstante, Johnson se ha mostrado escéptico sobre el impacto a largo plazo de este movimiento. "Ahora mismo es más fácil dar un festivo porque en muchas empresas se está teletrabajando (por la pandemia de coronavirus). Pero está por ver lo que sucede cuando nuestra fuerza laboral regrese a su ubicación física de trabajo, y si el 'Juneteenth' seguirá teniendo la misma importancia si se les presenta la opción de quedarse en casa", ha explicado.

TRUMP EN OKLAHOMA
Precisamente este mismo viernes el presidente Trump tenía previsto regresar 'a la carretera' con su primer mitin tras el fin de su cuarentena social por la pandemia de coronavirus que está sacudiendo al país entero. El lugar elegido fue la ciudad de Tulsa, Oklahoma, un anuncio que provocó la consternación primero y la indignación después de sus críticos, al haber sido la ciudad el escenario en 1921 de una de las mayores matanzas contra la comunidad afroamericana de la historia de Estados Unidos.

Entre el 31 de mayo y el 1 de junio de ese año, un ataque de la población blanca contra el mercado de Greenwood --considerado uno de los núcleos económicos de la ciudadanía negra del país-- dejó un balance de entre 75 y 300 fallecidos de raza negra, una tragedia omitida durante décadas por muchos libros de historia.

Aunque desde la Casa Blanca se justificó en un primer momento tanto la elección de la ciudad como la celebración este viernes, al considerar que coincidía con el contenido del discurso del presidente, que iba a exaltar sus medidas económicas a favor de la población de raza negra, finalmente se decidió aplazarlo al sábado para no exacerbar tensiones.

Ello no ha impedido que Trump haya expresado polémicas opiniones sobre esta festividad informal. "Nadie sabía lo que era el 'Juneteenth' hasta que fue gracias a mí que se volvió muy conocido", hizo saber en una entrevista concedida el miércoles al 'Wall Street Journal'. "A mí me lo dijo un agente negro del Servicio Secreto", declaró el presidente antes de preguntar a una ayudante si alguien conocía esa festividad. Su asesora le contestó, para sorpresa del mandatario, que la Casa Blanca sacó un comunicado el año pasado.

El mitin tendrá lugar así el sábado, pero las críticas siguen sin amainar dado que el presidente y su campaña han decidido dejar a discreción de los asistentes el uso de las mascarillas higiénicas de protección contra el coronavirus en un momento en el que varios estados del país están registrando subidas récord de casos. Según los datos, en Tulsa actualmente se han confirmado 1.729 casos de COVID-19, incluidas 64 muertes. En Oklahoma, hay más de 8.000 contagiados y 360 fallecidos.