Castilla y León

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Sociedad

Crónicas gastronómicas, de polígonos y de desconfinamientos…

31 mayo, 2020 09:40

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El Argales 2 nos preparó unos excelentes productos huertanos temporada que compartimos junto a cuatro industriales. No faltó el clásico mus para rematar la deliciosa tarde.

Mi amigo César Lomas es un buen conocedor de los productos de temporada y, tras abrir la terraza de su restaurante en pleno Polígono de San Cristóbal, nos lanzó el mensaje por las redes sociales: tenemos productos de la huerta para este fin de semana.

Yo hubiera preferido unos “perrechicos” y algún boleto edulis que habían anunciado en el face del grupo tras las copiosas lluvias de abril. Pero la compra fue escasa al tener cerrados los negocios y sólo adquirieron para su consumo. Habrá que esperar al Otoño…

Aunque lo importante era saludarnos tras casi tres meses y pico de ausencia por lo del confinamiento. Y allá que nos fuimos a degustar los productos de los hortelanos de Laguna y de Tudela. Deliciosos guisantes y espárragos respectivamente.

Los primeros los suele traer Lomas de Juan Herrera (el hortelano de Laguna) ya que mi amigo reside en la localidad ribereña. Con jamón -en revuelto- y encima un huevo frito de pollita. “Recalca lo de pollita”, me insistió César. Luego le preguntaré, por curiosidad, la diferencia entre pollita y gallina…

Lo cierto es que lo devoramos en un santiamén porque, yo al menos, no había probado bocado en toda la mañana. Eché un vistazo a los platos de mis amigos comensales -Lucio, Poveda, Félix y el propio Lomas- y no dejaron ni rastro del primero de los manjares huertanos. No era yo sólo el ayuno.

El plato estrella fueron unas puntas de espárragos naturales de Tudela de Duero, descomunales de gordos y deliciosamente exquisitos. “De Belloso, apunta”, -persistió el restaurador leonés-. 

Fueron tres fuentes servidas al centro por la eficaz caleña Milena González. Y las tres volvieron limpias a la cocina que dirige el dominicano Javier Infante. Solo son cuatro los pasos para preparar unos suculentos espárragos blancos: comprarlos, limpiarlos, hervirlos y comerlos. El aditamento: aceite virgen extra y servirlos templados. Sin duda fue una auténtica delicia los espárragos tudelanos.

Para los foráneos, al hablar de Tudela es confundida con la de Navarra; que tampoco es mala tierra de verduras. Pero los de la vallisoletana Tudela de Duero, degustados en su momento, no tienen parangón.

 “Los de abril para mí, los de mayo para mi amo y los de junio para el burro”, reza el refrán sobre este clásico producto de temporada.

A continuación, nos sirvieron otra degustación de espárragos; en esta ocasión verdes y en revuelto. Las untadas para barrer vestigios funcionaron a tope.

Y de final, otro plato estrella que adoro: unos caracoles del terreno (que también se crían en la huerta) bien guisados, en cuya salsa encontramos unos taquitos de jamón curado, además de los ingredientes propios. Y otra vez el unte dejando los platos limpios como una patena. Ah, los caracoles eran de cosecha propia.

No es que mi amigo César se dedique a ello, pero con el abril lluvioso fueron recogidos en su jardín y, tras varios días a base de pan rallado, quedaron listos para ser condimentados. Y es que este leonés es un as para estos menesteres.

Con un trozo de tarta de queso nos sorprendió Admán, el hijo saharaui del matrimonio que adoptaron desde que era un niño, y ahora labora en los negocios hosteleros de la familia. Otra delicia casera el postre.

Un cafetito, un chupito de melocotón con hielo -sin alcohol- y al mus. Otros tomaron un gin tonic, etc. Y oiga, que perdimos mi amigo Félix el carnicero de Mojados y un servidor contra Lucio y Lomas. Poveda, el floristero de Laguna quedó exento al echar a suertes porque éramos cinco.

Y nos remontaron un 3-1 y luego, en dos jugadas de mala suerte, nos machacaron con un 5-4 definitivo. En fin. Los confinamientos no me sentaron nada bien. Pero todo sea por echar una mano a los hosteleros; en este caso a mi amigo César Lomas.

Por cierto, no hubo “cigales” con gas para la comida como viene siendo habitual en mis menús. Pero sí degustamos un magnum “Torelló brut nature” al que, aunque catalán, no le hicimos ascos porque los de tierras adentro pensamos de distinta forma de algunos catalanes irredentos, y de sus productos.

El magnum, bien frío, fue un buen acompañante del abundante y rico menú.

Y aquí, con el brut nature, mi amigo César volvió a recordarme que apuntara el nombre de otro amigo y tocayo suyo: César Rodríguez, conocido industrial de Saldaña, quien a su vez es íntimo del bodeguero del cava catalán. En fin.

A mandar, César Lomas. Será por agradecimientos. No obstante, te enviaremos a nuestro jefe de publicidad para cobrar esa difusión subliminal de tus proveedores y amigos, jajaja.

Apostilla: Poveda, industrial de la flor y de la planta, además de gran madridista y jugador que fue de los juveniles del Real Valladolid, nos endulzó la velada durante la partida con un tarro de almendras garrapiñadas de las clarisas de Cigales. Declaro abiertamente que son exquisitas.