Castilla y León

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Opinión

Mi salvación: limpiar las ventanas

22 marzo, 2020 13:39

“­­—Cuando un microbio —dijo Rieux después de un corto silencio— es capaz en tres días de cuadriplicar el volumen del bazo, de dar a los ganglios mesentéricos el volumen de una naranja y la consistencia de la papilla no creo que estén autorizadas las dudas”.­­

Domingo, 22 de marzo de 2020.

(8º día de cautiverio)

La idea me la dio el otro día Chabela de la Torre, ex vicepresidenta primera de la Diputación de Salamanca, en un simpático vídeo que publicaba en Facebook, en el cual se la veía bailando alegremente mientras limpiaba el mobiliario. Observé sus movimientos de brazos con el paño arriba y abajo, de derecha a izquierda, de izquierda a derecha, y sentí sana envidia.

Nunca he sido un gran deportista, es cierto, pero la vida sedentaria me incomoda. Me gusta el ejercicio, sí, pero tranquilo: paseos por el campo en bicicleta de montaña, senderismo cuando se puede o caminar por la ciudad todos los días al menos una hora. Es decir, siempre ejercicios al aire libre. Los gimnasios o las tablas de ejercicios en locales cerrados, incluyendo el domicilio, no van conmigo.

Estoy llevando bien la reclusión mentalmente dadas mis múltiples ocupaciones, con la posibilidad que ya comenté de mantener el ritmo normal mediante el teletrabajo. Pero empezaba a notar un leve malestar físico, porque no es gran cosa lo que estoy haciendo en este sentido. Si acaso algún ‘rajoy’ por el pasillo por la mañana y por la tarde, pero de poco tiempo, porque acabas aburriéndote de dar vueltas de continuo.

Así pues, hoy me he lanzado con entusiasmo a limpiar concienzudamente las ventanas. He limpiado dos, lo cual me ha llevado unos veinte minutos, y al terminar he experimentado una gran sensación de bienestar. La tarea ha sido un bálsamo para mis músculos de brazos, cuello y espalda. Y también un gran alivio para la mente. Conque, recomiendo encarecidamente la actividad. De paso, dejas los cristales de tu casa como los chorros del oro, jajaja.

Ya he hecho mis cuentas. Parece que la cuarentena por el coronavirus se prolongará al menos hasta mediados de abril, es decir, aún tenemos tres largas semanas por delante. Me quedan por limpiar 11 ventanas, 5 espejos y 2 mamparas de cristal de los baños. En total, 16 piezas, con lo que tengo tarea física para los próximos 8 días.

También limpiaré las estanterías de los libros, faena que calculo me llevará otros 7 u 8 días. E iré alternando: un día ventanas; otro, estanterías. Así haré ejercicios diferentes, de brazos con las ventanas, y bajando y subiendo escalera con los libros. Eso sí, cada día un poco, media hora como mucho, nada de agobios.

Nos hemos propuesto también la vía de escape de la cocina. Tratar de hacer platos diferentes en familia con la pequeña contribución de todos. Esta actividad requerirá, sin embargo, de cierta reflexión, ya que no se trata de hacer cosas complejas que te obliguen a acudir al supermercado más de la cuenta. Aunque han adoptado medidas muy acertadas para contener los contagios, según relaté ayer, creo que en estos momentos cuanto menos vaya uno al supermercado, mejor. Y si lo puedes resolver en tiendas pequeñas, donde hay menos gente, mejor todavía.

En esta situación de encierro es importante asimismo un control férreo sobre las comidas. A falta de ejercicio, tenemos que comer menos de lo habitual. Y, por supuesto, comida sana. Uno de los efectos de esta crisis, con la psicosis del aprovisionamiento compulsivo, ha hecho que se dispare el consumo de pizzas. Hay que tomar pizzas y hamburguesas, sí, pero de vez en cuando, no por sistema, y optar por una alimentación variada.

La noticia hoy es la comparecencia del presidente del Gobierno para avanzar lo que ya intuíamos, que la cuarentena se prolongará al menos durante otras dos semanas. Parece una medida acertada, sin duda. Con la Semana Santa en ciernes, con la gente ansiosa de concluir el encierro y de echarse a la calle, el riesgo de que la pandemia se reavive es alto. Mejor la prudencia. Bien merece la pena aguardar quince días más sin así aseguramos que el bichito gordo del coronavirus no siga extendiéndose entre nosotros.

Conque, voy a por el paño y la escalera, pois, pois.