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Opinión

Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres

27 mayo, 2017 12:25

El Día Internacional de Acción por la Salud de la Mujer se viene celebrando cada 28 de mayo desde el año 1987 como resultado del V encuentro Internacional de Mujer y Salud celebrado en San José (Costa Rica) donde se acordó su rememoración para crear conciencia sobre la discriminación que afecta a las mujeres en materia de salud.

Si bien es cierto que en muchos aspectos hemos avanzado, todavía hay países donde las mujeres no tienen acceso a los servicios sanitarios en igualdad con los hombres. Países donde las mujeres, por el simple hecho de serlo, tienen que luchar contra barreras injustas de todo tipo; países donde las creencias culturales, religiosas y familiares regulan sus vidas; países donde la esperanza de vida de las mujeres no alcanza los 48 años; países donde a las niñas se les practica la ablación del clítoris; países donde millones de mujeres y niñas son objetivo de venganza y rehenes en todos los conflictos bélicos.

Es indignante que en pleno siglo XXI tengamos que seguir denunciando que miles de mujeres siguen muriendo por causas relacionadas con el parto y el embarazo, o por abortos inseguros y clandestinos.

Las desigualdades de género en salud impactan gravemente en la salud de las mujeres y niñas y requieren una atención muy importante. Es evidente que existen una serie de problemas derivados de las diferencias biológicas y sociales, además de los indicadores socioeconómicos que van a determinar y limitar el derecho a la salud de muchas mujeres que no pueden controlar todos los aspectos de su salud, especialmente las más afectadas por la pobreza, la dependencia económica, la discriminación racial y la violencia en sus diferentes formas que constituye un problema de salud pública de primera magnitud.

Se siguen asesinando mujeres de todas las edades, niveles económicos, profesiones, religiones y colores, y como bien aseguran los expertos, las que sobreviven arrastran secuelas físicas y psicológicas muy importantes que repercuten en trastornos del sistema nervioso, digestivo, ginecológico y en diferentes síndromes, que por los prejuicios de género instalados en el sistema sanitario y en la sociedad no dejan que se visibilicen ni que se aborden como un problema de salud pública.

A las mujeres se les sigue limitando su capacidad de decisión respecto a la vida sexual y reproductora poniendo dificultades para acceder a determinados servicios públicos como la anticoncepción y la interrupción voluntaria del embarazo, además de los tratamientos de reproducción asistida cuando no tienen a un hombre como pareja. Parece que siempre hay alguien que decide lo que es necesario para las mujeres en lugar de ellas mismas.

Es innegable que accedemos de manera diferenciada a los recursos que nos afectan, por lo tanto, la desigualdad de género en salud requiere mayor atención, promoviendo la integración de género como un determinante social de salud y una concepción integral y humana de la salud sin exclusiones y restricciones de ningún tipo, a través de todo el ciclo de la vida en igualdad con los hombres, como así se manifiesta en diferentes foros.

Conocemos el diagnóstico del problema pero fallamos en las medidas que tenemos que aplicar, si no aportamos soluciones y medios lo único que hacemos es desviar la atención del verdadero alcance del problema de la desigualdad en la salud, y las mujeres seguirán viviendo en riesgo ante un sistema sanitario injusto que no responde a sus necesidades.