Sobriedad y austeridad han recorrido esta noche las calles más antiguas de la ciudad. Centenares de hermanos con hábito monacal y medieval recorren desde las diez y media de la noche las antiguas calles de la capital para acompañar a la imagen del Crucificado en su recorrido y cumplir así, con la penitencia de la noche del Viernes de Dolores.

Una lúgubre pero agradable noche era partícipe de la salida de la iglesia del Santísimo Espíritu Santo. Penitencia y austeridad impregnan las calles empedradas mientras la Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo del Espíritu Santo comenzaba su trayecto en procesión hasta la Santa Iglesia Catedral.

Los ecos de los cantos gregorianos se pierden en el recorrido de las calles para dar paso al riguroso silencio que acompaña al Santísimo Cristo, arropado entre faroles de forja con velas encendidas, iluminando y precediendo la bella imagen del Crucificado.

A mitad del recorrido, miles de zamoranos se agolpan para vivir el momento más emocionante de esta noche. Allí, en el atrio de la Catedral, tiene lugar el acto-oración con la lectura de la Pasión y la intervención del coro de la Hermandad, que interpreta la obra musical de Miguel Manzano, el ‘Christus Factus Ets’, el momento emblemático del Viernes de Dolores indica el camino de vuelta con una gran emoción en el alma templada de los zamoranos.