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Región

Pedro Sánchez, el Espartaco del PSOE, de campaña en Salamanca

7 abril, 2017 01:48

El salón de actos del hotel Doña Brígida de Salamanca se llenó a rebosar (casi un millar de personas) para escuchar a este Espartaco del PSOE que es Pedro Sánchez.

Profeta del famoso ‘No es no’ y ahora del no menos extravagante ‘Sí es sí’ (lema de su campaña en las primarias para elegir secretario general del PSOE), Pedro Sánchez encarna para muchos militantes y simpatizantes socialistas de base algo parecido a lo que representó el esclavo tracio para otros esclavos y gentes de las clases menestrales de la antigua Roma: las ansias de libertad frente a la opresión de los señores, frente a la injusticia.

Sobra decir que los ‘señores’ en este caso son el fajo de exdirigentes en formol que escoltaban a Susana Díaz el pasado 26 de marzo cuando la presidenta de Andalucía anunció que concurriría también a las primarias: Felipe González, Zapatero, Rubalcaba, Guerra

Según comentaban algunos, esa foto está siendo justamente la que está catapultando a Sánchez en su rebelión antiseñorial, su mejor banderín de campaña.

La canción elegida por Sánchez para su campaña de primarias, Color esperanza, de Diego Torres, abunda en esta idea que está ilusionando a tantos desencantados de la política: Saber que se puede, querer que se pueda, / quitarse los miedos, sacarlos afuera, / pintarse la cara color esperanza, / tentar al futuro con el corazón… Los asistentes movían las caderas al ritmo de la música, sí, pero en realidad era la letra la que los ponía cachondos.

Los incondicionales de Pedro Sánchez son apasionados como los hinchas de los equipos de fútbol. La política como sentimiento irracional a flor de piel. “Rojos y rojas” (expresión de la teniente de alcalde de Villamayor de Armuña durante la apertura del acto) indignados por la decisión de la Gestora de permitir a Mariano Rajoy, o sea, a la derecha retrógrada y corrupta, volver a hacerse con la presidencia del gobierno.

Sánchez demostró ser menos apasionado y más cerebral. Resumió la encrucijada a la que se enfrenta el PSOE: la gran coalición (con PP y Ciudadanos) o un gobierno de izquierdas aproximándose a Podemos. Un PSOE de sangre azul o un PSOE rojo tirando a morado, ay.

En cualquiera de los casos, un ataque directo a la unidad del partido, que es la consecuencia que más temen unos y otros. La eurodiputada Iratxe García lo dejó bien claro: “La unidad del PSOE se quebró el 1 de octubre y hay responsables”. Los 'susanistas', por supuesto. Aunque estos dicen lo mismo, pero colocando a Pedro Sánchez como principal responsable por demediar el partido poniendo por delante sus ambiciones personales.

Susana Díaz movió los hilos entre bambalinas, primero para rebanarle el gañote al Sánchez secretario general y luego para que no hubiera más candidatos que ella misma a las primarias, lo cual habría supuesto su elección por aclamación.

De momento, las cosas no parecen estar saliendo como le hubiera gustado a la gestora, o sea, a Susana. Pedro Sánchez, como Espartaco, se ha convertido en el símbolo de los débiles del PSOE. Un símbolo peligroso por su fuerza, como hemos podido ver hoy en Salamanca, donde la concurrencia dejó pequeño el amplio salón donde se celebraba el mitin.

Es la rebelión de las bases, que se han movilizado en torno a la injusticia del secretario general defenestrado con nocturnidad y alevosía. Pedro Sánchez los encandiló antes con el ‘No es no’ y los entusiasma ahora con el ‘Sí es sí’. Claro que se puede, le dice a la multitud convencida y eufórica. Claro que Podemos, ay.