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Método sencillo y económico para medir la erosión en cultivos vitivinícolas

8 diciembre, 2018 10:35

El Instituto de Geomorfología y Suelos, del departamento de Geografía de la Universidad de Málaga, y el grupo SEDER del departamento de Geografía física de la Universidad de Valencia han diseñado un nuevo método para la estimación de la erosión en los cultivos vitivinícolas. Un proyecto en el que también han participado investigadores de las universidades de Palermo, Queensland, Politécnica de Valencia, Dickinson y de Wageningen.

El estudio se apoya en el “método de los tocones” o SUM (Stock Unearthing Method), un sistema de medición de la erosión en el campo que observa el tocón de la planta en cultivos injertados. El tocón es la parte del tronco de una parra que se queda unida a la raíz y sobre la que se realiza el injerto para que crezca la cepa. Los tocones no crecen verticalmente y no suelen cambiar de posición, por lo que se puede apreciar visualmente si el terreno se ha erosionado o compactado según comprobaron en los primeros estudios que se realizaron en la Borgoña francesa o Navarra.

El doctor Rodrigo-Comino, del Instituto de Geomorfología y Suelos de la Universidad de Málaga dirigido por el catedrático José Ruiz-Sinoga, en declaraciones a la Fundación Descubre ha indicado cómo han evolucionado esta técnica, permitiendo relacionar la erosión que se produce entre distintas parras con la de todo el campo de cultivo: “En febrero de 2017 planteé la mejora del método tradicional junto el catedrático de la Universidad de Valencia, el doctor Artemi Cerdà, y demostramos qué ocurre con la erosión en determinados supuestos que se asumen como ciertos, pero que nunca se habían comprobado científicamente in situ”.

El nuevo método mejorado, denominado ISUM (Improved Stock Unearthing Method), ofrece una respuesta científica y estimada al proceso de erosión que se produce en los cultivos vitivinícolas en espaldera. Supone una evolución del método SUM al incorporar al cálculo de la distancia de separación entre el tocón y el suelo, las mediciones en el interior de las calles del campo de cultivo. Los investigadores unen con una cuerda los tocones de dos calles diferentes y a partir de ahí pueden ir determinando la erosión en cada una de las zonas la parcela.

Sus investigaciones han dado lugar a cuatro artículos publicados en revistas especializadas que resuelven cuestiones clásicas del sector agrícola con una base científica. En primer lugar han demostrado, estimando cifras aproximadas, que existe una mayor degradación del terreno en las parras jóvenes que en las que se plantaron hace dos o tres décadas. Asimismo, han evaluado sobre qué tipo de sustratos se produce la erosión de una manera más señalada, como ocurre por ejemplo con las margas. También han comprobado en qué parte del viñedo se produce menor pérdida de terreno o cómo se comporta la tierra tras el paso periódico de tractores, lo cual afecta directamente al momento y forma de medir.

Resultados visuales

“El método aporta muchas ventajas; en primer lugar no es invasivo, es rápido porque en un día de campo se pueden realizar muchas mediciones y además los resultados son muy visuales”, matiza el doctor Rodrigo-Comino.

Los investigadores pretenden que su técnica pueda aplicarse en países con menores recursos económicos y pocos estudios sobre erosión en viñas como los de Asia, África o Sudamérica. En 2018, ya se han realizado mediciones en otras zonas del país como Albacete o Cáceres y ya están preparando nuevos artículos tras los estudios realizados sobre las regiones vitivinícolas de La Mancha o Tierra de Barros. En breve, se pretende comenzar a aplicarlo en países como Holanda, Croacia, Italia o Chile. Asimismo, dada su vinculación con la Universidad de Málaga, tienen previsto iniciar a corto plazo mediciones en Málaga, concretamente en Ronda y Antequera.

El proyecto de investigación partió de la tesis del doctor Rodrigo-Comino, realizada sobre la erosión en viñas cultivadas sobre fuertes pendientes en el Valle del Mosela (Alemania) y los Montes de Málaga con las universidades de Málaga y Trier. Mientras que la financiación de la investigación principal se resolvió por una acción COST (Short Term Scientific Mission) dentro del proyecto europeo de evaluación de la conectividad (Connecteur).