Enrique de Santiago Opinión Noticiascyl

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Opinión

Ante la violación y la amenaza, la unidad y la dignidad

4 noviembre, 2018 10:31

El cúmulo de cuestiones que intervienen en todo proceso judicial lo hacen complejo, de difícil aprehensión e incluso de más difícil explicación, por lo que aproximarse a los motivos y circunstancias que intervienen en el cambio de postura de la Abogacía del Estado, como institución perjudicada, en el procedimiento contra el independentismo, y las derivadas que de dicho cambio se producirán en un futuro en torno al Tribunal Supremo, y su posición en instancias europeas, resultaría tedioso para los legos y complejo, así como arriesgado, para los peritos, máxime sin tener un acceso directo a los legajos del proceso.

Sin entrar en ello, sí sorprende el cambio de posición del Abogado del Estado y no hay nada como un estudio comparativo para alcanzar a comprender la importancia y sorpresa que causa. Así, imagine el lector que a la víctima de una violación, los encausados, la amenazasen con mayores daños si mantiene la acusación, que la víctima afirmase en público que ella no está dispuesta a aceptar amenazas pero, su abogado, el día que debe de realizar su acusación, mientras el Ministerio Fiscal acusa de violación, este lo hace por un delito de abusos sexuales sin violencia, de forma que el Fiscal (garante de la legalidad) solicita una condena de 20 años y el abogado de la víctima rebaja la condena a 10 años. ¿Qué pensaría usted? ¿Consideraría que las amenazas han obtenido, al menos parcialmente, su objetivo? Y, si usted pudiese, ¿no saldría en defensa de la víctima?

Pues bien, exactamente eso es lo que ha sucedido, que el abogado del Estado (no del Gobierno, pero sí por indicación de este), asumiendo las tesis de los tribunales alemanes y de los procesados, no cree que se produjese violación, pues la violencia infligida no alcanza la valoración de agresión física; mientras que, el Ministerio Fiscal considera que no hubo abusos sexuales, sino violación, pues el acceso carnal se produce mediando violencia.                   Se violó la Constitución, el Estado, la democracia y las decisiones del pueblo español, intentando imponer una separación por la fuerza.

Desde una perspectiva política es evidente que la víctima, sometida a presión y amenaza, se ha subordinado a los requeridos de los delincuentes y lo que se exige es que, aquellas personas que representan a la atormentada, den un paso adelante y eviten que esa coacción obtenga su resultado.

Es evidente que el gobierno está siendo sometido, lo reconozca o no, a una violencia psíquica que le impide actuar en defensa de la sociedad victimizada por los delincuentes y, por tanto, los partidos defensores de la legalidad, del Estado de Derecho y la democracia ( pues de los que no actúan así nada debemos de esperar), deben de olvidar disputas y dar un paso adelante, exigir del gobierno una rectificación, mostrándole su apoyo y ayuda para sobreponerse a la presión (hay muchos dentro del PSOE y del Gobierno que no están por seguir en esta deriva) y, si fuere necesario, porque el gobierno no reaccione o no pueda reaccionar, presentando una moción de censura que tenga por objetivo la defensa de la Unidad Nacional y la Constitución, para, con la convocatoria de una elecciones, que el pueblo español pueda decidir su futuro y, así, defender su dignidad y demostrar que, con independencia de las ideologías, está España y la voluntad de su único rector: el pueblo Español.

No actuar en defensa de la legalidad, supone dejar huérfano de defensa al pueblo Español, considerarlo incapaz de tomar su decisiones, refrendar que nos consideran “perritos sin alma” que no estamos capacitados, para ser de izquierdas o derechas, pero sentirnos unidos en una España con diferentes culturas, lenguas, idiosincrasias y una historia, un corazón, un pasado, un presente y, sobre todo, un futuro común que debemos decidir nosotros y no aquellos que son rehenes de sus intereses, víctimas de sus deseos y traidores de lo que deberían defender, sean del gobierno o de la oposición.

Esperemos a ver qué hace cada partido político, apuntemos lo que hagan y, sin olvidarlo, actuemos en consecuencia cuando esos “perritos sin alma” se convierten para ellos en imprescindibles.