dulces amarante (75)

dulces amarante (75)

Cultura

Dulces de Amarante

23 enero, 2018 20:38

Llegar a Amarante, una ciudad con diferentes lecturas, un día de intensa lluvia, es como adentrarse en un paisaje silencioso y oscuro digno de la Ciénaga de los Muertos de ‘El Señor de los Anillos’. El río Tâmega, el puente medieval, los edificios religiosos, la proximidad de la Sierra de Marão, es como el hábitat de las divinidades de hombres de otras épocas. Hileras de mansiones del siglo XVII con balcones de madera pintados recorren las estrechas calles de la villa. Amarante, por así decirlo, nace cuando llega a este lugar un predicador con formas de santo, São Gonçalo, que, ya en el siglo XIII, se enamora del paraje fluvial, construye una ermita y comienza a crear las condiciones para levantar un poblado.

Puente medieval de Amarante

Es cruzar el puente y encontrarse con la magnífica Iglesia de São Gonçalo, al que se asocia al emparejamiento y la fertilidad. Tal es así que la escultura de su tumba se encuentra erosionada por los devotos que le abrazan para conseguir sus favores.

Los otros dos elementos de la naturaleza que impresionan a quien visita esta tierra son la presencia de la gran Sierra de Marão que, desde Amarante, comienza a elevarse en paisajes majestuosos y mágicos, y el río Tâmega, el mayor afluente del Duero, que nace en Galicia y corre tumultuoso en esta época de lluvia por el corazón de la ciudad, realzando el pintoresco conjunto de casas que se yerguen sobre ambas orillas.

Una intensa lluvia hace más lúgubre, pero armoniosa, la ribera izquierda del río y la montaña, que definen visualmente el norte de Portugal. Quedan resquicios de los adornos navideños que se funden con los puestos de dulces que salpican la ribera derecha, donde se ubica el Museo Municipal Amadeo de Souza-Cardoso. Caminar por las tradicionales calles de Amarante, con sus construcciones en granito, es respirar historia y patrimonio. Es cruzar un puente, porque Amarante, como otras ciudades del norte portugués, está ligado a un puente, para vivir dos ciudades. Puente y río y ciudad forman un todo indisoluble. Es bajar hacia el restaurante Tasquinha da Ponte y sumergirse en la tradición de la gastronomía norteña. El viajero entró por que todo lo demás estaba cerrado. Fue un acierto, comida casera y abundante. De hecho hay platos que se pueden pedir medios y así debió de haber hecho porque acabó bastante lleno. Buen precio. Si buscas algo que se parezca a un sitio de menú del día en España es tu sitio.

Iglesia convento de São Gonçalo

Con la tarde entrada en edad y las tinieblas casi al acecho ocultando la incipiente luz invernal del sol por las sierras, llega el momento de visitar el maravilloso convento y la Iglesia de São Gonçalo, las iglesias de São Pedro y São Domingos, el bello Solar dos Magalhães y la Casa da Cerca. Pero el motivo de la visita del viajero a Amarante no es el patrimonio arquitectónico ni religioso, sino los exquisitos ‘Doces conventuales’ –Dulces de convento-, que llevan la marca, cómo no, santificada de São Gonçalo.

El arte y Los Diablos de Amarante

Escultura de temática tauromáquica en el Museo Municipal Amadeo de Souza-Cardoso

Una visita al Museo Amadeo de Sousa-Cardoso, que expone muchos trabajos de este gran pintor del siglo XX, convirtiéndose en referencia del mismo, del cual es su mayor patrocinador, es obligatoria. La aproximación a su obra se convierte en un instrumento pedagógico sobre la modernidad, con muestras más que evidentes del paso del cubismo al arte abstracto, con muestras de futurismo, marcas de expresionismo y premoniciones de dadaísmo y sus absurdos. Dos pinturas, torero y  flamenco, levantan la curiosidad del viajero.  Además, en el Museo se encuentran obras de gran interés de arte contemporáneo.

Como también Los Diablos de Amarante. Dos figuras oscuras como la brea y de aspecto pagano. Veneradas y temidas, llevadas a la hoguera por los soldados del General Loison en 1809 y posteriormente reproducidas por el maestro tallista Ferreira de Carvalho. Renegadas y mutiladas, vendidas al caballero inglés Albert Sandeman y expuestas en Londres y París. Finalmente fueron devueltas a Amarante, en procesión y entre júbilo al son de “¡Ahí vienen los Diablos! ¡Por allí vienen!” y, por fin, en este museo encontraron su sitio y su paz.

Los Diablos de Amarante

Dulces conventuales

Este es el pueblo natal de São Gonçalo, el San Valentín de Portugal. Hasta aquí llegan en peregrinación numerosos solteros/as con la esperanza de encontrar el amor verdadero. Hasta aquí también llega mucha gente amante de la gastronomía, ya que además de ofrecer buenos vinos, produce exquisitos quesos, buen cabrito y pasteles de huevo que, cómo no, también llevan el sello de São Gonçalo.

Dulces Conventuales de Amarante

Gonçalo d’Amarante / Tantos milagres fazeis. / Também são milagres vossos / Estes doces e pastéis…

Lérias, Foguetes, Queijadas / Papos d’anjo, Trouxas de ovos / São as receitas do Santo / Para alegría dos povos.

Ya el Acuerdo de la Relación de Porto de 11 de noviembre de 1793, dice “não deixando dúvidas a ninguém que houve freiras em Amarante y que os doces regionais d’Amarante são provenientes de receitas do Antigo Real Convento das Freiras de Santa Clara de Amarante”.

El día va cerrando y el viajero se aventura a entrar en la Confeitaria da Ponte. Dice ser la pastelería más antigua de Amarante. Son famosísimos los dulces de Amarante, convirtiéndose en materia de peregrinación y culto. Creados y difundidos por las monjas de Santa Clara, estos dulces conventuales siguen despertando la curiosidad de quien visita la ciudad. Siguiendo el secreto del convento, la producción de estas especialidades culinarias tiene como principales ingredientes huevos, almendras, azúcar y harina, diferenciándolos las formas y los acabados. El viajero tiene ocasión de adentrarse en el obrador de la Confeitaria da Ponte donde cinco mujeres producen dulces y más dulces, de unas clases y otras, de manera artesanal.

Vinde, pois, a qualquer hora / Saborear sem demora, / Os doces que estão a monte / E ouvir duas gargalhadas, / Duas lérias repicadas / Do Rodriguinho da Ponte.

Y si el turista quiere también endulzar su vida un poco más, el primer sábado de junio se celebra la fiesta en honor de S. Gonçalo, al que las solteronas recurren para encontrar marido.

Espiritualidad en cada esquina

Centro de Amarante

El centro histórico de Amarante es digno escenario de un romántico cuento que tiene por trasfondo el bello puente de S. Gonçalo, un espectáculo de luz y esplendor cuando cae la noche y los espíritus parecen rondar las calles.

No solo es granito y río y casas balconadas de llamativos colores, sino que la espiritualidad también se encuentra presente en cada esquina de la villa porteña. Son numerosos los edificios religiosos que pueblan la ciudad, algunos de ellos de importante valor cultural y artístico.

Claustro del convento

La más representativa muestra la encuentra el viajero a orillas del Támega, muy cerca del puente homónimo: la iglesia de São Gonçalo. De acuerdo con la tradición local, el origen de este templo se remonta a una primitiva ermita erigida por el beato Gonçalo de Amarante, a principios del siglo XIII. En 1543 comienzan las obras de la nueva iglesia y convento, que se prolongan hasta el siglo XVIII. Aunque la edificación estaba finalizada en el reinado de Felipe II de España. Un verdadero libro de arquitectura religiosa de varios estilos como renacentista, manierista, barroco y oitocentista, donde en el exterior destaca un sobrio pórtico de adoración a varios santos.

A tirar tres veces del cinto y se piden tres deseos

Ya en el interior del monasterio se ubica un órgano barroco con espectacular sonido, así como el túmulo del beato y, en la sacristía, se puede apreciar un relevante fresco en el techo y una imagen de Gonçalo de Amarante –a la que la tradición dice que se debe tirar tres veces de la cuerda de la cintura y pedir tres deseos-. El viajero, en estos menesteres de creencias, se encuentra lejano. Más cercana es la espectacularidad verdosa  del claustro principal del convento con fuente en el centro, obra de Mateus Lopes, construido de 1586 a 1606. Una belleza arquitectónica a la que la humedad aún da mayor realce cromático oscuro.

Ruta de los Cafés con Historia de Portugal

No deja pasar el viajero saborear un café en esos lugares que huelen a antaño. No sabe si a puros habanos –como por esta parte de la frontera- o solo el aroma del café colonial. Es el Café Bar de Amarante, un ‘Café com Historia’. Fundado en los años 30 por los tres hermanos Queirós, se transforma con el tiempo en el centro de una generación cultural. Fue lugar de parada obligatoria de muchos personajes que marcaron las artes portuguesas, principalmente las artes plásticas y las letras. Así, Teixeira de Pascoaes y su amigo António Carneiro, dos impulsores del Renacimiento Portugués (Renascença Portuguesa), frecuentaban el local. Hoy día queda en su interior el halo del tiempo que fue –mejor o peor- y la escultura de Teixeira de Pascoaes que sirve, al igual que otras muchas en cafés de historia, para la fotografía del recuerdo.

En el Café Bar, un lugar con historia con la estatua de Teixeira de Pascoaes

En la mente del viajero quedan esos Café Bar que fueron siempre un punto de encuentro, de intercambio y discusión de conocimiento entre generaciones de políticos, artistas, literatos… figuras de referencia de la sociedad de aquel tiempo y también de ilustres anónimos que hicieron posible esta historia nuestra. Sea en el Majestic de Porto, el Gijón de Madrid, A Brasileira de Lisboa o el mismo Novelty de Salamanca.

Gastronomía y hospedaje

Amarante dispone de una gran oferta de restaurantes. Si para almorzar el viajero acude a la Tasquinha da Ponte, justo bajo el puente de São Gonçalo, el cual es sorprendentemente barato con comida casera y buenas cantidades. En la cena, junto al resto del séquito del Trip, llega hasta la freguesía de Cepelos, donde se ubica la Taberna do Coelho.

Cabrito al horno de leña

Este es el tipo de lugar donde puedes conseguir un buen ejemplo de cómo comer en esta región de Portugal. Tras unos entrantes variados, con tabla giratoria, donde dstaca la variedad de quesos y embutidos al estilo portugués –aunque nada de fumeiro- llega el cabrito muy bien preparado acompañado de papas y verduras, con el característico sabor del horno de leña. El postre, cómo no, un plato de pasteles locales de São Gonçalo. Y el vino, pues vino verde de la región, también Alvarinho que estaba de escándalo, y el café. Y en la mesa, para que no falte de nada, el amigo Rui Manuel Ferreira, de Freixo de Espada à Cinta, afincado en Amarante y gran fotoperiodista de ‘Jornal de Noticias’, comunicador y buen tertuliano.

Si buscas alojamiento en Amarante, no hay una gran oferta. El casco histórico es un espacio muy pequeño y por ello no existe una gran cantidad de alojamientos, sí en el entorno rural del concejo y de alta calidad. El viajero aconseja el hotel Des Arts Hostel and Suites, tanto por su localización, precio y servicio, como por su diseño –quizás no apto para buscadores de lujos absurdos-. Tiene el encanto del arte, de lo moderno que evita excesos, del trato de sus trabajadores y, también, de la decoración de los 50/60 donde es una delicia tomarse un vino caliente –vinho quente- o una infusión de hierbas en su sala/bar sin televisión, eso sí, con un tocadiscos de los años del guateque donde suena Vinicius de Moraes –en un Lp donde interpreta ‘Chega de saudade’, composición de 1958 en la que comparte autoría con Tom Jobim-. Palabras mayores de la música y concretamente de la bossa nova.

Hote Des Arts Hostel and Suites con vistas al río

Este viaje no da más de sí. En el camino de regreso a la capital el Tormes espera lluvia, niebla y nieve, mucha nieve por esas montañas mágicas del Marão, Bigorne y Montemuro. De las sierras, envuelto en un mar de niebla, baja la voz de Teixeira de Pascoaes con su ‘Canción de de la luna’

Vem do Marão, alta serra / O luar da mina terra. / Ora vem a Lua nova,  / Qué é um perfil / De donzela falecida… / Em névoa de alma surgida, / Anda a errar / E a suspirar,  / Em volta da sua cova… / Ora vem a Lua cheia… / Rosto enorme / E luminoso, / Num sorriso misterioso / Por sobre a la aldeia / Que dorme… / Vem do Marão, alta serra / O luar da minha terra.

Típica estampa norteña portuguesa en Amarante

Sin estos desiertos montes y arboledas, estos ríos y estas nieblas de la mañana. Si no fuese esta fuente que llora. Si no fuese por este sol que comulgo de rodillas. Ah!, si no fuese esta luna que apela a los espíritus de la vida y se infiltra, como fluido mágico, en mi ser, yo no sería lo que soy, cachis!