Opinión

Agustín Sánchez de Vega, ¿el sucesor de Mañueco en Salamanca?

8 enero, 2018 07:03

Alea jacta est. La suerte está echada. Así lo afirmó Julio César cuando se rebeló contra el Senado y así recupera un servidor la columna de opinión con la que durante años se adentrara en los entresijos de la actualidad salmantina. Será todos los domingos y los lectores tendrán acceso a las bambalinas de lo acontecido en el devenir charro durante la semana.

El periodo navideño ralentiza la actividad institucional, por lo que poco más se puede hablar que de la Cabalgata de Reyes, este año exprés y con escasa comitiva a pie por la tan esperada pero inoportuna lluvia, seguida de nieve, y los sucesos de cada semana entre robos y detenciones. Pero tras un final de año de cambios, el trabajo de los fontaneros de la política no ha cesado. Al contrario. El resultado de las elecciones autonómicas en Cataluña ha hecho saltar las alarmas en la mayoría de los partidos, por unos motivos u otros.

El Partido Popular ya ha anunciado que acelerará la designación de sus candidatos a las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2019 para frenar el avance de Ciudadanos en territorios clave. Castilla y León es uno de esos lugares estratégicos para el PP porque considera que no puede perder la mayoría absoluta, y Salamanca más porque desea recuperarla. Sobre todo ahora que el líder autonómico de los populares y futuro candidato a presidir la Junta es salmantino, Alfonso Fernández Mañueco.

El actual alcalde de la capital del Tormes dejará vacante un puesto para el que no parece haber un claro sucesor, como en su día sí lo era Mañueco tras dieciséis años de Julián Lanzarote. Ahora los dimes y diretes populares hablan de Julio López, concejal de Turismo, Cultura y Festejos, siempre en la recámara; de Carlos García Carbayo, primer teniente de alcalde y concejal de Fomento y Patrimonio, aunque su futuro está más ligado al de Mañueco en Valladolid e incluso me atrevería a decir como consejero de Fomento si llegara el caso; pero también se habla de una mujer alcaldable, Carmen Sánchez, segunda teniente de alcalde y concejal de Educación. Pero yo me quedo con un nombre como sucesor de Mañueco: Agustín Sánchez de Vega.

En el PP, y menos Mañueco, no dan puntadas sin hilo. De ahí que el alcalde de Salamanca continuara al mismo tiempo como procurador autonómico tanto la pasada legislatura como la actual, por si se adelantaba el adiós de Juan Vicente Herrera. De ahí que Agustín de Vega, profesor de Derecho Constitucional, pasara de delegado territorial en Salamanca de la Junta de Castilla y León a primer teniente de alcalde en 2011, pero la sucesión de Herrera se paralizó y Sánchez de Vega decidió en 2015 tomarse un "descanso de la actividad política", como él mismo definió.

Alfonso Fernández Mañueco y Agustín de Vega en una imagen de archivo de la legislatura entre 2011 y 2015 / Foto: Europa Press

En Génova ya tienen una lista con los posibles candidatos de cada provincia, un informe calificado de ‘top secret’. Pero, casualmente, en 2017 Mañueco ya sí coge la autopista hacia la sucesión de Herrera y en su comité ejecutivo autonómico reaparece un nombre retirado de la política durante años, Agustín Sánchez de Vega. Persona por cierto de grandes cualidades, como gran entendido de leyes y sobre todo por su talante dialogante y negociador, además de la experiencia acumulada durante años como delegado territorial de la Junta. Vayan atando cabos y llegarán al nudo. Pero claro, eso a día de hoy, que en política cambia todo de la noche a la mañana, como lo hizo en 2003 cuando el candidato a presidir la Diputación de Salamanca era su entonces vicepresidente, el guijuelense Juan Luis García, pero terminó siendo la macoterana Isabel Jiménez, consecuencia del fuego amigo y el choque de egos de dos gaviotas de altos vuelos, cada una con su propio candidato. Los daños colaterales que siempre hay en la política y de los que un pajarito fue testigo directo.

Todo esto viene a consecuencia de que Ciudadanos puede dejar sin mayoría absoluta al Partido Popular en 2019. La formación naranja gana enteros tras devolverle el golpe del voto útil a los populares: en 2016 lo recibió en las elecciones generales en el último momento, en 2017 lo propinó en Cataluña con la hija de salmantinos Inés Arrimadas. En Castilla y León será clave, con un salmantino al frente, Luis Fuentes, pues él mismo ha dicho esta semana: “Me siento con fuerza para optar a que los afiliados me vuelvan a reelegir” como candidato de Ciudadanos a presidir la Junta de Castilla y León.

Con fuerza, y con el apoyo de Pablo Yáñez, mano derecha de Albert Rivera en esta comunidad autónoma, el verdadero hombre fuerte de la formación naranja, pues no hay que olvidar que con Yáñez nació Ciudadanos en Castilla y Léon cuando apenas se había extendido desde Cataluña. Pero cuando se percibe el poder a la vista, como Cristóbal Colón avistó tierra, no deja de haber motines a bordo y amagos de sublevación. En Salamanca los hay que han ido a fiestas privadas organizadas por cargos populares. Ciudadanos tiene al enemigo en casa, en cada una de las provincias, y si no controla ese problema no será una alternativa al PP dentro de dos años.

La otra alternativa al PP para gobernar es el Partido Socialista, que navega ya sobre aguas más tranquilas. Alejadas las turbulencias fratricidas de las primarias generales y después de las provinciales, el PSOE parece haber dejado atrás la pugna entre ‘pedristas’ y ‘susanistas’, pero sobre todo el fantasma del ‘melerismo’ y su tropa de vividores a costa de la política, de palmeros en busca de un sillón fácil desde el que no dar un palo al agua.

Derrotada definitivamente esa opción que encabezaba Fernando Vegas, otro Fernando, Pablos, ha emprendido por fin el camino de la renovación en el socialismo charro, recuperando grandes valores con ideas y experiencia como Toribio Plaza y María García, entre otros, pero dando protagonismo a jóvenes valores, con el secretario de organización al frente, Mario Cavero, y el secretario local, José Luis Mateos, que es una conjunción de juventud y experiencia.

El socialismo salmantino tiene mucho trabajo por delante si quiere que un cuarto de siglo después uno de los suyos vuelva a ser alcalde. Tendrá que volver a ser el referente de la izquierda, recuperando a los desencantados que se marcharon hacia Ganemos, Vecinos de Salamanca o simplemente la abstención, pero también a quienes viraron hacia el centro con Ciudadanos. Alcaldables hay, y en el PSOE todos miran a uno al que todos los candidatos a las primarias quisieron tener de su lado, cual disputado voto del señor Cayo, el problema estará en si el equipo sabrá estar a la altura para acabar con el dicho de que “en Salamanca el PP gana aunque ponga a una tortuga de candidato”. Y sobre todo, evitar los corrillos de bares en los que continúan volando los cuchillos a través de lenguas viperinas, como la de uno que esperaba estar en la ejecutiva provincial pero se ha quedado con dos palmos de narices. Aunque quizá le vaya mejor la profesión de sastre, porque cómo cortaba trajes antes de Nochevieja.

Una izquierda que en su extremo parece volver a desgajarse, perdiendo esa unidad que al hilo del 15M y posterior nacimiento de Podemos propició importantes frutos electorales. En 2015 Ganemos aglutinó a Izquierda Unida, Podemos, Equo y demás opciones relacionadas. En 2019 volverán los reinos de taifas a tenor de los enfrentamientos existentes y que se notan por ejemplo en la falta de unidad de acción en la lucha contra la mina de uranio o en las mareas blancas para reclamar una mejor sanidad. Sólo hay que ver cómo se han ido moviendo los peones de uno y otro bando en la histórica lucha por el control de Izquierda Unida entre comunistas y nuevas corrientes de izquierda.

Porque en 2019 Podemos querrá concurrir también a las elecciones municipales con sus propias siglas, sobre todo porque las perspectivas para el Congreso de los Diputados ya no son tan buenas y obtener dinero por el número de concejales es una buena forma de lograr financiación a partir de las donaciones de los propios cargos públicos. Podemos, ahora dirigido en Salamanca por un ex socialista, Ignacio Paredero, y entre sus lugartenientes con un ex dirigente de Izquierda Unida, Álvaro García Velázquez, le pedirá a Ganemos, y por tanto a Izquierda Unida y Equo, que se integren en su candidatura. Y Ganemos, con toda razón y la legitimidad que le otorgan sus cuatro concejales en Salamanca y un diputado provincial, con Virginia Carrera al frente, le dirá a Podemos que deben ser ellos quienes se integren en una lista con experiencia en gestión municipal. Tiempo al tiempo.

Y dentro de este espíritu de intrigas palaciegas, llama la atención cómo en un partido le quieren quitar la silla en las Cortes de Castilla y León a uno de sus grandes valores, que lo es por el cariño que le tienen sus paisanos y por la dedicación que cada día demuestra en su labor pública. El sustituto ya tiene nombre y se está aupando desde la propia dirección del partido, dándole cancha en importantes eventos, y por tanto saliendo en la foto. Él, a su vez, también hace lo suyo para poder salir a la palestra. Once son los candidatos a ser damnificado, y de los cuatro partidos. Por el momento sólo se dice el pecado, ya habrá tiempo para que se descubra el propio pecador. La próxima semana, les prometo más madera.