El Miércoles Santo en Zamora se viven momentos mágicos y singulares en las dos procesiones que desfilan por las calles de la capital y que producen un torbellino de emociones y sensaciones entre los zamoranos, pero que también fascinan a todos aquellos visitantes que se impregnan de la Pasión zamorana.

La Real Hermandad del Santísimo Cristo de las Injurias, Cofradía del Silencio, protagoniza uno de los momentos más bellos de la Semana Santa zamorana tiñendo la Plaza de la Catedral de rojo con los hermanos postrados ante una de las tallas más veneradas y destacadas de la Pasión, el Cristo de las Injurias, a la vez que juran silencio para realizar el recorrido.

De especial belleza también es ver la procesión a su paso por las estrechas calles del casco histórico, con todos los elementos que la componen, los pebeteros dejando el olor a incienso, y los caballos y los clarines anunciando su llegada.

Ya a medianoche, la Hermandad de Penitencia, popularmente conocida como Las Capas Pardas, irrumpirá el silencio con sus carracas y el bombardino, desprendiendo sobriedad y tradición a su paso.

Lugares de especial belleza son el paso de la comitiva por el arco de San Ildefonso en el que los cargadores del Cristo del Amparo tienen que mostrar sus dotes y agacharse para sortearlo para justo después rezar el Vía Crucis al paso de la procesión, así como verla desde el mirador del Troncoso, apreciando así desde lo alto la disposición en cruz de los hermanos.

La llegada del desfile procesional a San Claudio de Olivares con la entonación del Miserere castellano también ofrece un momento muy singular que traslada al público presente a épocas pasadas.

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