Castilla y León

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Valladolid

El director de ACOR en Olmedo, condenado por la muerte de un empleado, recurre la pena

26 noviembre, 2019 21:09

El director de la planta de ACOR en Olmedo (Valladolid), Guillermo D, condenado como responsable de la muerte de un empleado en septiembre de 2016 al quedar sepultado por toneladas de azúcar cuando participaba en la limpieza de un silo, ha decidido recurrir la pena.

La sentencia condenatoria dictada recientemente por el Juzgado de lo Penal número 4, consistente en un año y diez meses de prisión para Guillermo D, junto con su inhabilitación por idéntico periodo, como autor de un delito contra los derechos de los trabajadores y un delito de homicidio causado por imprudencia, con la atenuante de dilaciones indebidas, ha sido recurrida en apelación ante la Audiencia Provincial, según informaron a Europa Press fuentes jurídicas.

Por contra, su compañero de banquillo y administrador de la planta, Esteban V, que, como el primero, se exponía a dos años y medio de prisión, según la petición del fiscal, quedó libre de todos los cargos al no haberse acreditado con la certeza que exige una condena en el ámbito penal que tuviera responsabilidad directa en la gestión, control, vigilancia o exigencia del cumplimiento de las normas sobre seguridad y salud en la concreta tarea encomendada al fallecido.

La condena al director de la planta se fundamenta en su "absoluta falta de control y viligancia" y en el hecho de que el trabajador fallecido carecía de formación--"no hubo tiempo de dársela y no se hizo--", carecía de capacitación especial, no contaba con autorización por tratarse de un trabajo peligroso que se realizaba en un espacio confinado y zona ATEX, no dispuso de línea de vida--"lo que sin duda hubiera evitado la caída y absorción de trabajador"--y tampoco había el día del siniestro un recurso preventivo que hubiera podido impedir cualquier maniobra peligrosa del trabajador.

En su declaración en el juicio, tanto el administrador de la planta, Esteban V, como el director, Guillermo D, se desmarcaron del suceso, el primero de ellos al alegar que entre sus cometidos no estaba velar por la seguridad de los trabajadores del silo, algo que como así precisó era competencia del encargado del mismo o del departamento de fabricación, y el segundo ante la imposibilidad de estar pendiente de todas y cada una de las tareas diarias que realizaban sus operarios.

En concreto, Guillermo D. reconoció que no se ocupó de velar por el fiel cumplimiento de las medidas de segurida y supuso que se estaban siguiendo, pese a que en el organigrama de ACOR esté especificado que, al encontrarse en la cúspide, era el encargado de verificar las medidas de seguridad.

"De todos los trabajos que se realizan en la fábrica no puedo estar pendiente", se excusó el director, quien, además de atribuir también la responsabilidad del control al departamento de fabricación, aseguró que el vaciado del silo no era un trabajo de riesgo y que otras muchas labores que se acometen a diario en las instalaciones de la azucarera son "mucho más complicadas".

MUERTO EN SU PRIMER DÍA DE TRABAJO

También testificaron en la vista oral las cinco personas que esa mañana se encontraban dentro o en las inmediaciones del silo en el que perdió la vida Rodrigo Barrio Dolz, de 40 años y vecino de Matapozuelos, casualmente dos horas después de que comenzara la jornada en su primer día de trabajo en ACOR.

En el instante en el que se produjo al accidente se hallaban tan solo en el interior del silo la propia víctima y el también operario de limpieza Rubén S. S, quien recordó que segundos después de dar la espalda a Rodrigo oyó a éste pedir auxilio tras ser succionado por una de las bocas del depósito que se hallaba abierta y donde quedó encajado, sin que nada pudiera hacerse por salvarle al quedar sepultado por parte de las cerca de 4.000 toneladas de azúcar que aún quedaban en la base.

El testigo y otros que participaban esa mañana en las labores de vaciado del silo paleando el azúcar hasta las bocas del fondo aseguraron haber recibido formación, aunque reconocieron que en ese momento no contaban con un recurso preventivo ni tampoco hacían uso de arneses y cuerdas, útiles estos últimos que no consideraban necesarios para trabajar dentro del depósito.

"EXCESO DE CELO PROFESIONAL" DE LA VÍCTIMA

De hecho, todos los testigos explicaron que la primera regla que habían recibido era la de "pisar siempre suelo firme y no subirse a los montones de azúcar", algo que, tal y como coincidieron, pudo hacer el compañero fallecido sin percatarse que debajo de hallaba la boca de vaciado abierta.

"Donde se colocó habría metro y medio de azúcar. Era un chaval trabajador y pienso que por ser su primer día de trabajo y por exceso de celo profesional pudo cometer un error, un fallo humano", aseveró Zacarías R. L, otro de los operarios encargados de la limpieza del silo.