Castilla y León

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Opinión

Un sol nuevo en la noche

21 diciembre, 2019 15:13

Sobre un lecho de paja que se hace resplandor de cielo, un niño poderoso a la par que humilde sonríe a los pastores que dejaron su rebaño al cuidado del ángel que les anunció la buena nueva. Y es que en Belén, un pueblecito de Judea, a 8 km de Jerusalén, la Navidad, una de las más solemnes festividades del año cristiano desde el siglo IV, no es solo el reflejo de una cultura y tradición renovada con el cumpleaños del Niño Dios, sino que se reservan para la ocasión toda suerte de adornos multicolores en señal de fiesta grande, luces y figuras que hablan de ángeles y estrellas como regocijo en la altura. Los niños eran con los aguinaldos y los heraldos de los Magos recogiendo las cartas infantiles, algo que no debiera extinguirse, que con la música de villancicos, denominación bajo la que se registran diversas formas musicales reservadas a lo navideño de carácter popular, que desde el siglo XVI se vienen cantando hasta nuestros días, y que constituyen con su riqueza la muestra de un arte pulido y del mejor gusto.

Otra bella ciudad, Nazaret, crece junto a la Basílica de la Anunciación, donde León desde junio de 1985 tiene depositada una imagen de la Virgen del Camino que mas de 100 leoneses llevamos para que figure entre vírgenes de todo el mundo allí congregadas, y es la emoción de aquel recuerdo cuando bendijeron la pequeña hermosa imagen que esculpió y donó el joven escultor leonés Muñiz Josseau.

Nada comparado al bienestar del alma pisando los caminos recorridos bajo el peso de la cruz por el Jesús ya condenado por la cobardía y desentendimiento de un juez inicuo falto de criterio, influido por el griterío callejero más que por la justicia y la razón. ¡Cuántos Pilatos con sentencias más influidas por el griterío manipulado de tanta insensatez, como hoy pone temor en los corazones, sin amparo, sin asidero de razón, y sin leyes que sostengan la esperanza de justicia!

Aquel rozar con la punta de los dedos la losa del sepulcro; la estrella que cubre el lugar donde se asentaba el pesebre; arrodillarse en la gruta de pastores que olía a flor silvestre y hierbabuena con la sombra de un ángel en la roca.

Es hoy, a punto de recibir al año 20 del siglo nuevo, que parece tan cercano en el recuerdo su principio y entusiasmo por aquellas campanadas que marcaban un adiós al siglo XX, enraizado en una historia controvertida a la que los sin Dios ni Patria mancillan sin rubor, dejando la verdad que muchos vivimos enredada en su mendacidad y ruina moral, solo por satisfacer el afán imposible de alterar la historia en su provecho.

Pero la Navidad trae otra vez más el anuncio de la generosidad sobre el egotismo, la humildad sobre la opulencia; el amor sobre la sexualidad; la familia sobre el equívoco; la esperanza sobre el desaliento; y la ilusión sobre el desencanto. Esta fiesta es un aldabonazo a las puertas del corazón; una llamada imperiosa hacia la Paz; un bálsamo en las heridas de los años, de las injusticias, de las decepciones,del desamor..

Es un anhelo de mejor vida; un grito de valentía; un reto a la incomprensión y el desaliento que impera en tantos jóvenes incapaces de encontrar la verdad en una sociedad que se enmaraña de falsedad y manipulación, porque ellos, sin apenas recuerdos del pasado y falta de previsión en el futuro, no quieren escuchar consejos, ni nada que no venga de su mundo, de “su vivir la vida“ que es el señuelo que les pone hoy el enemigo de la realidad .

La Navidad y la Cruz se unen en una redención que más que nunca precisa el mundo. Para dar a la Cruz homenaje en procesión por nuestras calles es indispensable felicitar al niño en su nacimiento y decir al mundo que Dios celebra su aniversario y que todos estamos invitados a su fiesta en Belén. Volvamos a los nacimientos, a los villancicos; a los ángeles repartiendo estrellas, a lo que fue el gozo de nuestros padres y la tradición mas hermosa de nuestra tierra, la ilusión de nuestra niñez en la que soñábamos con camellos repletos de juguetes, con pastorcillos y ovejitas sobre el musgo y los Reyes Magos llegando en cabalgata fastuosa para escalar nuestros balcones o llegar al hogar más humilde y dejar el regalo de los niños buenos. Papa Noél. el gordinflón americano, se nos ha colado de rondón como el árbol alemán, que como adorno navideño es ya imprescindible, pero el Papá Noél no puede ni debe ocultar nuestros belenes, nuestras estrellas, nuestros ángeles, nuestra Navidad, o nuestros nietos andarán perdidos sin el nuevo sol de la noche capaz de espantar las tinieblas al acecho.

¡Vaya usted saber si el tan controvertido cambio climático no será porque el sol de Navidad se oculta ante la inconsciencia del mundo!

MUY FELICES NAVIDADES Y COMO DECIMOS LOS BELENISTAS

PAZ Y BIEN