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Valladolid

El presunto matricida de Parquesol: "Me pidió que acabara con su vida"

12 diciembre, 2019 17:27

"¡Me pidió que acabara con su vida porque no quería sobrevivir a mi muerte!", es la justificación que César F.M, vecino del barrio vallisoletano de Parquesol, ha ofrecido este jueves para explicar por qué mató a su madre, de 73 años, tras administrarle dosis letales de medicamentos y luego, al ver que no moría, taparle la cara con una almohada y más tarde sellarle con cinta adhesiva la boca llena de algodones.

La declaración del encausado ha puesto fin a la primera jornada del juicio iniciado en la Audiencia de Valladolid tras la constitución del jurado popular, compuesto por cinco mujeres y cuatro varones, que deberá dictaminar si el presunto matricida es autor de un delito de asesinato, merecedor de una condena de 20 años de cárcel, tal y como sostiene la fiscal del caso, o bien se limitó a cooperar en el suicidio de su progenitora, como así defiende su letrada, lo que supondría una condena de dos años de internamiento.

A lo largo de su interrogatorio, César F.M, en declaraciones recogidas por Europa Press, ha explicado que la mayor parte de su vida estuvo al cuidado en exclusiva de sus padres, primero de su progenitor, y a la muerte de éste de su madre, cuyas facultades físicas y psíquicas quedaron gravemente alteradas a raíz de ictus sufrido en marzo de 2015.

Así, tras dejar un trabajo en la ya extinta Lauki, el procesado se volcó en el cuidado de su madre, Sacramento M, de 73 años, con la que, a pesar de la imposibilidad de ésta de verbalizar sus deseos más básicos, sostiene que desarrolló un "vinculo especial", al punto de saber interpretar a la perfección lo que pasaba por su cabeza con un simple gesto de la fallecida.

Tal afirmación cobra especial importancia toda vez que César F.M. persiste en que el 28 de enero de 2018 terminó con la vida de Sacramento por expreso deseo de ésta.

"¡Suministré medicación a mayores a mi madre porque ella misma me lo pidió. Me dejó bien claro que quería acabar con su vida, no quería sobrevivir a mi muerte!", ha insistido el acusado tras apuntar que su progenitora era consciente del sufrimiento que él venía padeciendo desde hacía tiempo y que le había llevado ya a un primer intento de suicidio meses antes mediante la ingesta de medicamentos.

César, tanto a preguntas de la fiscal del caso como a su letrada, ha relatado que ya antes de las Navidades de 2017 habían pactado que él ayudaría a su madre a morir y luego terminaría con su propia vida, algo que ya comenzó a tomar forma a raíz de una tarde en la que César recibió la visita de unos sobrinos, menores de edad, a quienes no pudo mostrarles el afecto que sentía por ellos debido a la depresión que sufría.

"Al marcharse mis sobrinos, en un gesto de rabia estallé un vaso contra la pared y entonces mi madre, que sabía por lo que estaba pasando, me hizo un gesto haciéndome entender que quería tomarse toda la medicación y acabar con su vida. Me lo dejó bien claro", ha incidido César, quien corroboró con más fiabilidad este mensaje cuando preguntó a Sacramento si deseaba morir y ella asintió tajante con su cabeza.

Grabaciones como prueba

Compró entonces una cámara de vídeo y empezó a hacer grabaciones en las que aparecían tan él como ella mostrando sus deseos de acabar con su vida. "Las grabaciones eran para que mis hermanos y familiares fueran testigos de que mi madre participaba en la decisión, que no lo hacía contra su voluntad", ha justificado el presunto matricida.

Así, el día 28 de enero de 2018 César suministró dosis letales de medicamentos a su madre y ésta cayó en un profundo sueño entre esa tarde y la mañana del día siguiente. Dado que seguía con vida, el acusado trató de completar la tarea asfixiando a la víctima, primero colocándole una almohada sobre la cara y luego, debido a que no moría, llenándole la boca con algodones y sellándosela con cinta adhesiva.

"¡Como no moría, tenía que hacer algo para acabar con su sufrimiento!", ha declarado su hijo, quien acto seguido tomó un tren que le llevó hasta Alicante y desde allí en taxi al Hotel Bali, en Benidorm, donde pretendió suicidarse, aunque sin éxito, y donde fue detenido el día 31 de enero.

De hecho, César ha relatado que una vez en el hotel se pasó la noche bebiendo alcohol y escuchando música para envalentonarse y arrojarse desde la terraza de su habitación, aunque un empleado de recepción lo evitó. "Estaba convencido de que después de mi madre iba yo, pero interrumpieron el proceso", ha lamentado el acusado, que también ha justificado la elección del citado hotel en el hecho de que trataba de asegurarse el resultado.

Buscó el hotel más alto de España

"Soy un tío muy perfeccionista y había buscado en internet el hotel más alto de España para evitar que en la caída me quedara paralítico", ha añadido este vallisoletano de 39 años que reconoce haber sido tratado de su adicción al cibersexo y que incluso estando en prisión protagonizó un tercer intento de suicidio por ingesta de la medicación que metódicamente había ido acumulando.

A preguntas de la fiscal sobre las razones por las que no trasladó los planes del doble suicidio a ninguno de sus otros dos hermanos, el encausado ha mantenido que no lo hizo por miedo a la reacción de ambos, teniendo en cuenta que tras su primer intento de suicidio le habían ingresado en un psiquiátrico. "Conozco a mis hermanos, les quiero mucho, pero me habrían internado en un psiquiátrico y a mi madre en una residencia", ha manifestado.

Su letrada defensora rechaza que los hechos sean constitutivos de un delito de asesinato y plantea un delito de cooperación al suicidio--pide dos años de internamiento--. La abogada niega igualmente que su cliente viera a su madre como una "carga" y utiliza como prueba del consentimiento de la víctima las grabaciones de vídeo que habrán de ser visionadas por el jurado. "Si lo hizo es porque ella se lo pidió, por amor hacia ella", insiste la defensora, quien cita expresamente uno de los mensajes de él en las grabaciones: "No os preocupéis porque los dos nos vamos al cielo".

En el lado contrario, la fiscal del caso solicita 20 años de prisión por delito de asesinato, con la agravante de parentesco y la atenuante de confesión.

La acusadora pública sostiene la tesis de que el cuidado de su madre se había convertido en una pesada carga para César y que por esto "planificó y ejecutó" su asesinato, en el primer caso tras adquirir una cámara de vídeo en la que grabó a la madre haciendo ésta gestos en respuesta a "preguntas sugestivas", sin capacidad de comprender lo que se le estaba preguntando, y en el segundo caso mediante la administración de dosis letales de medicación.

"Es asesinato porque se aseguró de que no hubiera nadie más en casa, tras llamar a la asistenta para que no fuera, y porque su madre estaba totalmente desvalida. Dice que fue un homicidio piadoso, que su madre se lo pidió, pero no es cierto porque su madre no era consciente, y además se aseguró el resultado con la almohada y luego metiéndole algodón en la boca y cerrándosela con cinta adhesiva", ha advertido.

La acusadora niega igualmente que el procesado actuara con sus facultades mentales alteradas, y ello a pesar de la depresión sufrida y el trastorno de la personalidad obsesivo compulsivo que padece, ni tampoco bajo los efectos del alcohol. "Es cierto que tiene un coeficiente intelectual medio-bajo, pero está dentro de la normalidad y por eso tenía sus facultades mentales plenas, distinguía entre el bien y el mal y aún así decidió asesinar a su madre", concluye la fiscal.